Muchas de ellas todavía tienen dudas sobre su sexualidad y la función que esta tiene en sus vidas, situación causada por el sesgo cultural en el que hablar sobre el placer femenino no se ve con buenos ojos. Históricamente, el rol de conocer y vivir una sexualidad libre se asignaba a los hombres, mientras que las mujeres debían recatarse y pensar sobre ello como un tabú. Al reconocer que cada individuo tiene el derecho a experimentar deseos, preferencias y necesidades sexuales únicas, sin presiones ni juicios sociales, la educación sexual avanza e informa a más mujeres que la necesitan.
La sexualidad se puede experimentar de diversas formas, es subjetiva y varía de mujer a mujer. Además, involucra una combinación de sensaciones físicas, conexiones emocionales y factores psicológicos, entre los cuales se pueden incluir la intimidad, la excitación, el deseo, el orgasmo y la satisfacción sexual en general.
MITOS Y REALIDADES
En la actualidad todavía existen muchos mitos y conceptos erróneos en torno a la sexualidad femenina y, aunque se ha abierto más la conversación sobre este tema, es importante tener en cuenta que se trata de una experiencia diversa e individual. A continuación algunos mitos comunes que aún persisten, contrastados con sus realidades.
La sexualidad femenina es pasiva. Un mito predominante es que, en los encuentros sexuales, ellas son receptoras pasivas en lugar de participantes activas. En realidad, las mujeres pueden tener sus propios deseos y agencia al tener relaciones. Este tipo de pensamientos pueden causarles vergüenza al tomar la iniciativa para satisfacer sus necesidades, impidiéndoles llevar una vida sexual libre tal como lo hacen la mayoría de los hombres.
El deseo sexual femenino es más bajo que el masculino. Comúnmente se cree que las mujeres tienen menores niveles de libido en comparación con los hombres. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que el deseo sexual de las mujeres varía ampliamente y puede llegar a estar influenciado por varios factores, como los cambios hormonales, las experiencias personales y la dinámica con sus parejas.
No hay evidencia de que el deseo sexual de la mujer sea, en general, menor que el de los hombres. Imagen: Freepik
La satisfacción sexual solo se puede conseguir mediante la penetración. Este mito nace principalmente de la idea de que las relaciones sexuales vaginales son la forma principal (o la única) por la que las mujeres experimentan placer, cuando en realidad solo el 25 por ciento de ellas logra llegar al orgasmo vía vaginal. Hay que tomar en cuenta que lo que brinda satisfacción puede variar de persona a persona.
Las mujeres son multiorgásmicas. Se cree que las mujeres son capaces de tener varios orgasmos en rápida sucesión y si bien algunas pueden experimentar climax múltiples, no es el caso de todas y no existe un número “normal” o esperado de orgasmos.
Los juguetes sexuales pueden afectar la estimulación. Este es un mito que, aunque se aplica a ambos géneros, afecta más a las mujeres. Existe la idea de que si se usan constantemente algunos juguetes sexuales, como los vibradores, se puede llegar a afectar la capacidad para estimularse nuevamente sin ellos. Esto simplemente no es cierto, no hay estudios que lo demuestren y, aunque pueda parecer más difícil la estimulación sin juguetes, su uso siempre será decisión de cada persona.
Las mujeres no se estimulan visualmente como los hombres. En un artículo del Huffington Post se explica que “las mujeres responden físicamente a una gama más amplia de imágenes eróticas. Aunque normalmente clasifican su disfrute de la pornografía por debajo de los hombres, en los estudios de investigación su actividad de ondas cerebrales es igual de receptiva.” Este mito proviene del hecho de que las mujeres tienden a guardar su estimulación para sí mismas, aunque eso no significa que no se exciten.
Algunas hormonas sexuales provocan sentimientos amorosos en las mujeres. La idea de que los hombres tienen mayor libertad de tener intimidad física sin sentimientos de por medio mientras que las mujeres tienden a encariñarse después de un encuentro sexual, es un mito que se ha venido contando desde hace mucho tiempo. Sí se libera una “hormona del amor” durante la intimidad, pero esta aplica para ambos sexos, y no hay nada especial que impulse exclusivamente a las mujeres a enamorarse.
La menopausia afecta y debilita la sexualidad de una mujer. Se sabe que, con la menopausia, el organismo sufre un descenso en la producción de hormonas sexuales. Sin embargo, con los avances de la ciencia y la medicina, las mujeres pueden mantener una vida sexual plena y activa durante y después de este periodo.
Los juguetes no afectan las relaciones sexuales corporales; por el contrario, pueden enriquecerlas. Imagen: Freepik
DESEO SEXUAL FEMENINO
El deseo sexual femenino se refiere al impulso o la motivación que siente una mujer hacia la actividad sexual. Al igual que con los hombres, se debe tener en cuenta que este puede fluctuar a lo largo del tiempo y no hay un estándar para la forma en que las mujeres lo experimentan. Si bien son capaces de sentir tanto deseo sexual como los varones, este no ocurre de la misma manera. El género femenino tiende a asociar esta cualidad con otros aspectos de la vida, como experiencias pasadas, autoestima, las personas con las que se relacionan, las hormonas y las emociones, por lo que es fundamental respetar la influencia de estos factores al ejercer la sexualidad. No existe una norma para el deseo femenino, ya que cada mujer es única.
ROMPER LOS MITOS
Romper con los mitos comunes sobre la sexualidad requiere educación, apertura mental y pensamiento crítico. Entonces, ¿qué se puede hacer y qué pasos se pueden tomar para desafiar y disipar estas creencias sin fundamento?
El primer paso insta a tomar la iniciativa de aprender sobre la sexualidad femenina de fuentes confiables, como investigaciones científicas, libros y organizaciones de salud sexual, en lugar de depender de rumores o estereotipos culturales. Además, abordar este tema con una mentalidad curiosa y cuestionadora no le hace daño a nadie. Desafiar suposiciones erróneas que se pudieran haber heredado o adquirido a lo largo de la vida también es importante, y nos ayuda a cuestionarnos el porqué de esos prejuicios.
Las normas y expectativas sociales a menudo perpetúan los mitos sobre la sexualidad femenina. Existe una amplia gama de experiencias, deseos y expresiones sexuales que son tan válidas como las que se han considerado "normales" a lo largo de siglos. Al abordar y reflexionar acerca de todos estos elementos, además de reconocer los posibles prejuicios que se tengan respecto a ellos, cultivamos una actitud más abierta y de aceptación hacia las diversas sexualidades.
Finalmente, uno de los puntos más importantes es abogar por una educación sexual integral que proporcione información precisa e inclusiva. Esto es algo que nos ayudará a desafiar nuestras creencias y a tener una mayor comprensión sobre el tema.
Comentarios