En 1961, el diario canadiense The Vancouver Sun publicó una entrevista con una treintañera bajo el encabezado “Ama de casa encuentra tiempo para escribir cuentos”. La escritora aparecía fotografiada con sus hijas de siete y cuatro años. Cincuenta y dos años después aquella autora, Alice Munro, era distinguida con el Premio Nobel de Literatura. Debido a su avanzada edad no pudo asistir a la ceremonia de premiación, y fue su hija Jenny, la pequeña que tenía cuatro años en 1961, quien recibió el galardón a nombre de su madre. El pasaje permite apreciar dos situaciones. La primera: si una mujer con hijos desea escribir, el primer desafío es encontrar el tiempo necesario para hacerlo, pues las tareas de cuidado familiar pueden ser agobiantes. La segunda es que el rol de madre resulta, al mismo tiempo, una valiosa cantera literaria.
Todo esto viene a cuento porque el pasado miércoles se presentó, aquí en Torreón, El renacer de Catalina, magnífico libro de cuentos de Angélica López Gándara. Madre de dos hijos, Angélica es egresada de la carrera de Medicina y cuenta con una maestría en creación literaria. A la par de ese currículum, que bastaría para perfilarla como una mujer de éxito, ha sabido desenvolverse como una articulista certera cuatro veces distinguida con el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila y otras dos con el Premio de Periodismo Cultural Armando Fuentes Aguirre. Por si fuera poco, es autora de un libro previo de relatos titulado El peor de los pecados y ha recibido dos menciones honoríficas en el Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo.
Publicado por el Instituto Municipal de Cultura y Educación dentro de la colección Viento y Arena, El renacer de Catalina aborda temas como las secuelas emocionales de la pandemia de Covid-19, la soledad de la vida contemporánea, el diálogo entre generaciones, las dificultades en las relaciones familiares y de pareja, así como las paradojas que brotan en una sociedad sofocada por las convenciones sociales y morales. Se trata de cuentos bien arraigados en el mundo y que dan cuenta de dilemas éticos de nuestro tiempo. Justo en ese punto reside uno de los aspectos más valiosos de este libro, que a mi parecer emparienta a Angélica con autoras de generaciones anteriores a la suya como Inés Arredondo, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska. Como hicieron ellas, Angélica confronta con sus relatos la pacatería y la estrechez moral que durante tanto tiempo han inmovilizado a nuestra sociedad.
Veamos por ejemplo el cuento que da título al libro: Catalina y Alberto son una pareja de ancianos que ha hecho una promesa suicida: en cuanto uno de los dos no sea capaz de ir al baño por sí solo, ambos se quitarán la vida con una sobredosis de medicamentos. El escenario cambia cuando Alberto se infecta de Covid y muere. La contingencia les impide siquiera despedirse. Devastada primero, y después enfurecida, Catalina lidia con el duelo hasta el día en que, espiando a su nieta, redescubre el placer sexual derivado de explorar y disfrutar su propio cuerpo. Su vida dará entonces un vuelco inesperado.
Otro de los cuentos, Todo está cumplido, reflexiona en torno al clasismo y a la procuración de justicia en el México de nuestros días. Pilar, la protagonista, es una señora adinerada que sufre por la desatención de su esposo. Asediada por los bochornos de la menopausia, la mujer pone el ojo en un joven jardinero que, sin camisa, se afana en el jardín. Se trata de un muchacho honesto que ha sido elegido para representar a Jesucristo en las actividades de Semana Santa de su colonia. Un poco pasada de copas, Pilar decide tentarlo. Pero justo entonces el jardinero es arrestado, lo que desata un auténtico viacrucis.
Por la originalidad e ingenio de sus historias, por su disciplinada frescura para tratar el idioma y por la profundidad con que construye a sus personajes, El renacer de Catalina es un libro memorable que merece ser leído y releído.
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