“¡Ay, me duele la ciática!”, es una queja que suele tener muchos rostros. Una reacción común entre quienes escuchan ese lamento, en razón de la zona del cuerpo que involucra esa dolencia, consiste en soltar una risita.
Se trata de un dolor que se extiende por el nervio ciático, desde la parte baja de la espalda hasta alcanzar las piernas, pasando por caderas y glúteos.
¿Qué razones se encuentran detrás de este malestar?
Las más frecuentes son las siguientes:
a) Una hernia de disco en la columna vertebral.
b) El crecimiento de un hueso que ejerce presión sobre una parte del nervio, es decir, cuando uno es víctima de un pinzamiento del nervio ciático.
Hay casos, los menos, en los que un tumor presiona ese conducto nervioso del cuerpo.
Enfermedades como la diabetes, con su capacidad para dañar los nervios del organismo, también pueden detonar la ciática.
Inflamación, dolor y entumecimiento de la zona afectada son las señas características de su presencia.
Es usual que se manifieste de forma intensa. En la mayor parte de los casos, basta con tratarla de forma adecuada para que desaparezca al cabo de unas pocas semanas.
Pacientes que presentan un grado grave y una debilidad significativa en las piernas o cambios en el intestino o en la vejiga (entendido como merma del control que tenemos sobre ellos) llegan a pasar por el quirófano.
¿PADEZCO DE LA CIÁTICA?
Este dolor puede aparecer en casi cualquier punto de la vía nerviosa. Su itinerario regular consiste en recorrer desde la región lumbar hasta los glúteos y hacia la parte posterior de muslos y pantorrillas.
En algunos casos acarrea una sensación leve; en otros, una dolencia aguda, que escuece. Algunos pacientes describen su aparición como una descarga eléctrica o una fuerte sacudida.
Dado que se ubica en la raíz de nuestra vertical, cosas tan comunes como toser o estornudar pueden empeorar el malestar.
Lo más común es que sólo afecte un lado del cuerpo.
Además de entumecimiento y debilidad, otro signo frecuente es un hormigueo ya sea en la pierna o en el pie.
Otro signo recurrente es que una parte de la pierna duele mientras que otra está afectada por una alarmante pérdida de sensibilidad.
¿CITA CON EL MÉDICO?
Cuando se trata de un caso leve de ciática, la molestia desaparece con el tiempo. Bastan unos pocos cuidados personales, como abstenerse de cargar cosas pesadas o de doblar la espalda, para que la dolencia se desvanezca.
Cuando los síntomas no desaparecen después de haber tomado medidas elementales, o dicho de otro modo, cuando el dolor persiste por más de una semana, o incluso empeora, es hora de acudir con el médico.
La visita debe ser inmediata si se presenta un dolor tan repentino como intenso en la parte inferior de la espalda o la pierna, además del entumecimiento y la debilidad en alguna de las extremidades inferiores.
Otro escenario en el que debe consultarse al profesional de la salud es cuando hay dolor en esa zona del cuerpo tras sufrir un evento traumático, por ejemplo, un accidente de tráfico.
FACTORES DE RIESGO
La edad es uno de los principales factores de riesgo.
Con los años se registran cambios en la columna vertebral, lo que puede traducirse como hernias de disco o espolones óseos, las causas más frecuentes de la ciática.
La obesidad es otro importante promotor de este dolor de nervio, esto porque el exceso de peso aumenta la tensión sobre la columna.
Los trabajos que exigen encorvarse, doblar la espalda, mover cargas pesadas o conducir un automotor durante mucho tiempo pueden influir en que el nervio ciático duela.
Permanecer sentado durante mucho tiempo o simplemente no moverse mucho hace a las personas más propensas a desarrollar esta molesta sensación, comparadas con aquellas que sí reservan parte de su tiempo a activarse físicamente.
La diabetes, al afectar el modo en que el organismo usa la glucosa en la sangre, incrementa de forma significativa el riesgo de que los nervios presenten daños.
Cabe mencionar que la mayoría de las personas que padecen la ciática se recupera sin secuelas que lamentar, incluso cuando no reciben tratamiento.
A CUIDARSE
No existe una fórmula que sea cien por ciento eficaz para prevenir el dolor del nervio ciático.
Además, una vez que se ha sufrido, puede regresar en algún momento.
El consejo médico pasa por adoptar medidas para cuidarnos las espaldas.
Hacer ejercicio con regularidad, de modo que nuestra espalda se mantenga fuerte.
En este punto, ayuda introducir en la rutina ejercicios para trabajar el torso. Hay que tener presente que los músculos del abdomen y de la parte baja de la espalda juegan un papel primordial para una buena vertical, para estar bien alineados.
Cuidar la postura cuando se está sentado. Aquí la recomendación incluye fijarse bien en donde se sienta uno.
Hay que elegir un asiento que ofrezca buen apoyo para la zona lumbar, que tenga donde apoyar los brazos y, preferiblemente, una base giratoria.
Ya entrados en gastos, con el fin de brindar un apoyo eficaz a la parte baja de la espalda, no viene mal colocar una almohada donde podamos acomodar el coxis de manera que se mantenga la curvatura normal del hueso. Finalmente, hay que mantener las rodillas al nivel de la cadera.
Si toca estar de pie durante un lapso prolongado, hay que tomar conciencia de que nuestro cuerpo exige variar nuestra postura. ¿Qué podemos hacer? Cosas como descansar un pie sobre una caja pequeña o un escalón de cuando en cuando.
Hay que acostumbrarse a encarar de mejor modo tareas como cargar objetos pesados. La técnica ideal consiste en dejar que las piernas ejerzan la fuerza. Para ello, uno debe colocar el objeto cerca del cuerpo y no girar al tiempo que se levanta.
En caso de topar con cargas complicadas, ya sea porque son muy pesadas o difíciles de manipular, lo sensato es buscar quién eche una mano.
Como ya se mencionó, la combinación de dolor y pérdida de sensibilidad en una pierna no es algo que deba tomarse a la ligera cuando pasan los días y la situación no mejora.
“¡Ay, me duele la ciática”, es un lamento que puede arrojar un resultado grave, muy lejano de las risitas que suele provocar en los círculos de amigos.
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