Oyasumi Punpun (Buenas noches, Punpun) es un manga psicológico que narra la vida del chico Onodera Punpun, desde su vida escolar temprana, hasta su adultez.
El personaje lidia con problemas de ansiedad, depresión, a la vez que se enfrenta con la vida frustrante de Japón, y la presión social generada por las expectativas académicas y profesionales de éxito.
El éxito es, quizá, uno de los puntos que le genera mayor angustia a Onodera Punpun, debido a que la misma sociedad es la que dictamina, incluso, qué tipo de persona tienes que ser para tener pareja.
Probablemente si eres una persona con pocos amigos te resultará familiar la necesidad de tratar de encajar en distintos círculos sociales al igual que nuestro protagonista. Tal vez, aún persigues algún amor de tu infancia, o simplemente anhelas el deseo de pertenecer a ti mismo, o a alguien más, y dejar de sentir que la vida está vacía, lo que arrastra a la conclusión de que no vale la pena existir.
Si ese es tu caso, podrías hacer clic con Oyasumi Punpun, aunque, este manga psicológico, cabe mencionar, no es para todos.
Uno de los mejores mangas
Uno de los detalles que se observan desde el comienzo de la historia es la figura y silueta del protagonista caracterizado como una especie de pollo, al igual que su familia. Este detalle es significativo para el desarrollo del manga, porque nos muestra las figuras de los personajes completas en únicamente un par de paneles, momentos muy específicos, y sólo uno por personaje.
A través de estas cómicas imágenes, se nos permite conocer las emociones que atraviesa nuestro depresivo antiheroe a lo largo de la trama. A esto le sumamos la falta de diálogos del protagonista, quien se comunica a través de globos indicadores en los que sólo habla el narrador, lo que puede provocar extrañeza, lo cierto es que este recurso narrativo podría sorprender al final de la historia.
Cabe añadir que las portadas monocromáticas y la gradiente se desarrollan a la par de la trama, siendo el tomo 11 (dorado) y con una portada interna preciosa, llena de color, alegría y vida, el que representa el momento cumbre de Punpun, justo antes de la tragedia (el tomo 12 es negro). En total son 13.
Oyasumi Punpun es una obra que va in crescendo, tanto en sustancia como en situaciones, por lo tanto, los últimos tomos son los más oscuros de la historia, contando con uno de los finales más desgarradores del manga japonés.
No por nada es considerado, por muchos analistas del género, como el mejor de la historia, y aunque no hay un consenso en cuanto a ello, si lo hay sobre la genialidad de la obra. Tanto el diseño de personajes, como los fondos son un deleite, y el manejo narrativo de los paneles y los diálogos son tan precisos que hará llorar a más de uno.
Se puede escribir que Oyasumi Punpun es un clásico contemporáneo.
El deseo de la intimidad
Para muchos, esta historia es una carta autobiográfica de Inio Asano, tomándose como personales su relación con la figura de Dios, y claro, su profesión y vocación como mangaka, que comparte con el protagonista. Hay interacciones entre los personajes, que dejan entrever que guardan una relación con anécdotas propias del autor.
Es un manga sobre la crisis emocional y existencial de una persona, tan bien desarrollado y narrado como pocas obras en su género, que a nadie dejará indiferente, logrando conectar en varias ocasiones con el lector, sello característico de Asano. Podría compararse con Damian de Herman Hesse, sin embargo, en esta debacle depresiva, no tenemos buenos ni malos, solamente personas, con sus altibajos emocionales, aciertos y fallas humanas.
Si bien Onodera es solitario, los intereses románticos no le han faltado, en parte movido por la búsqueda eterna de Aiko, el amor de su infancia, pero siempre terminaba encontrando alguien que le tomara cariño, hasta el momento en que nuevamente tocaba autosabotearse y arruinar la relación. Justamente este es uno de los puntos más frustrantes de la trama, puesto que en cuanto tuvo la oportunidad de ser feliz (podríamos decirlo) terminaba por arruinarlo, como si la felicidad fuera algo a lo que no tuviera derecho.
En ocasiones, Punpun saca esa resiliencia y logra mantener la esperanza de sobrevivir a pesar de ser un egoísta y desinteresado, que no se preocupa más que por sí mismo, sin importarle las emociones o cómo sus actos pueden afectar a quienes le rodean. Sin embargo, la narración está envuelta en una atmósfera desesperante, en gran parte por las acciones y tribulaciones del protagonista, quien parece que le gustara presumir su desgracia a pesar de las circunstancias, que aunque adversas, resultan sorteables, sobre todo considerando que siempre hubo alguien apoyándolo.
Vivimos en un mundo donde cualquiera puede vivir cómodamente aunque no tenga un ideal, sin embargo Punpun no se permite hacerlo por sus propias tribulaciones mundanas, y su falta de coraje para salir de la zona de confort y permitirse fracasar.
En cambio, sólo busca autocomplacerse y autocompadecerse, pasando por la idea del suicidio mas como una vía rápida para evitar confrontarse consigo mismo y sus anhelos y deseos, que por la convicción de que al ver la desesperación como algo inevitable, ya no queda nada por hacer. Ni siquiera busca ser salvado por Aiko (el interés romántico desde el inicio de la historia), simplemente se deja arrastrar por esa tormenta de malas decisiones, fruto del autodesprecio que influye en nuestro personaje.
Cuando cometes errores, no tienes más opción que aceptar tu decisión y las consecuencias de tus actos. Punpun nunca lo hace, en cambio, se sumerge una y otra vez en esa tóxica espiral de autodesprecio. Dentro de las simbologías y paralelismos entre los personajes, encontramos que algunos de ellos logran salir adelante por más complicada que fuera su situación, incluso aquellos a quienes Punpun dañó. No hablamos de un echaleganismo, o psicología positiva tóxica, sino de un instinto básico de supervivencia, que una vez perdido, es complicado recuperar, más no imposible.
De blanco a negro
La vida son etapas diseñadas para crecer. Aunque duela así está bien. Y Punpun nos recuerda, que si queremos, podemos seguir envejeciendo sin haber crecido como personas, o haber desarrollado siquiera un instinto de supervivencia. Es entendible dadas las circunstancias que atraviesa en la narración, más nunca, eso, justificará los crueles actos que comete.
A veces la vida cambia drásticamente de un momento a otro, pasando de blanco a negro o viceversa, y hay gente que percibe totalmente la vida como una dicotomía presente a lo largo de esta, sin dejar espacio para esa amplia gama de grises y claroscuros que conforman la propia existencia.
PunPun Onodera es uno de ellos, y como tal, le resulta complicado discernir las consecuencias de sus actos más allá del remordimiento, la culpa y el autosabotaje que le caracterizan, y la ilusión y el deseo que en ocasiones le guían (o se niega a sentir).
Aunque Punpun pretende usar de motivación el querer vivir en paz, llega un momento en el que ya ni siquiera lo intenta: está cansado de sí mismo y termina por caer en esa espiral de locura del que tuvo destellos, arrastrando con todos a su paso.
El camino descendente a la depresión que Pun Pun va recorriendo lentamente en el transcurso de la trama, no es sencillo. Es una vorágine de amargura y angustia, que más allá de permitirle desarrollarse como persona, le sirve como excusa para adentrarse aún más en sus demonios internos.
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