“Pero un integrante de clase media–media,
media–alta, incluso con licenciatura, maestría
o doctorado, no está muy difícil de convencer.”
AMLO.
“Ayudando a los pobres uno va a la segura…”. Desde el principio, la humanidad ha generado unos cuantos ricos, no siempre por méritos propios, y una multitud de pobres; desafortunados que tampoco lo han sido por demérito propio sino por desfavorables circunstancias. Son ellos, quienes ante la imposibilidad de identificarlos por su nombre, se les llama pueblo. Apenas en los últimos cinco minutos de la historia, a fuerza de revoluciones, guerras, y enfrentamientos políticos, la humanidad empezó a mostrar una fisonomía radicalmente nueva. La gran conquista que comenzó con una apuesta por la educación que permitió acortar distancias socioeconómicas, hizo posible el nacimiento de un nuevo sector social llamado clase media. Cambiaron los huaraches por zapatos, y aspiracionistas como eran, ofrecieron a su prole escuela y educación de la que ellos carecieron. Yo misma soy nieta de emigrantes y campesinos que sin instrucción, trabajaron duramente para conquistar un lugar en la naciente clase media. Desde entonces ahí andamos. Tengo, eso sí, la tranquilidad de saber que no ha llegado a mi familia un sólo peso que provenga de negocios cocinados al calorcito del gobierno. No ha habido tampoco, hasta donde yo sé, un sólo político que por compadrazgos y lealtades nos hiciera ricos.
“Procura mantener siempre un perfil bajo, de preferencia que no te noten, los peores daños nos vienen de la arrogancia”, me instruyeron mis abuelos. De clase media, estatura media, mediana inteligencia, ni bonita ni feíta más bien regularcita, he vivido como recomendaba Juárez, en la justa medianía. Haciendo examen de conciencia, diría que hasta mis pecados han sido veniales. Sin privaciones ni riquezas; no me quejo, aunque a veces se me ocurre que si la riqueza me eligiera, me adaptaría fácilmente. Creo en una grande y sólida clase media como el ideal y gran conquista de cualquier país. “Egoístas, aspiracionistas, hipócritas”; como nos define MALO, y pues sí, algo hay de eso, aunque somos también elitistas porque para nosotros la ley no es un cuento. Somos quienes confiando en las oportunidades que nos ofrece el país, nos levantamos cada mañana a trabajar. Es por demás sabido que bien apadrinados, conocidos millonarios escamotean los impuestos al fisco. Para eso existen los paraísos fiscales. El dinero no tiene patria ni matria. Los clasemedieros en cambio somos causantes cautivos. Generamos con nuestros impuestos el erario que sostiene una burocracia bien aceitada al servicio de los poderosos, y con frecuencia déspota con la clase media.
Ante la insuficiencia y la precariedad de las escuelas públicas, los aspiracionistas costeamos la educación de nuestros hijos. Somos también quienes carentes de un sistema eficiente de salud pública, debemos atendernos por cuenta propia. Frustra saber que gran parte de la carga impositiva se esfuma en la vorágine de alardes y contoneos de las interminables campañas políticas.
Con un gobierno incapaz de ofrecernos seguridad (en México se llevan a cabo al menos 101 asesinatos cada día) prescindir de policía privada en comercios, escuelas, bancos, hospitales y hasta en nuestras colonias en las que para protegernos, vamos convirtiendo en guetos) es un reto al destino. Según yo, que nada entiendo de política pero si de economía clasemediera, el gobierno federal no debería enfocarse en ampliar la población pobre. Gestionar una profunda y urgente extensión de la clase media, debería ser la más alta aspiración de este gobierno, para que sea el país y no un partido político el que vaya a la segura.
Comentarios