La extinción de los glaciares
Ciencia

La extinción de los glaciares

El derretimiento que enciende las alarmas globales

La Organización de las Naciones Unidos para la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en alianza con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), ha revelado un estudio donde se asegura que 460 glaciares, localizados en 17 sitios pertenecientes al catálogo del Patrimonio Mundial de la Humanidad, habrán desaparecido para el año 2050 debido al calentamiento global.

Entre estos peligran los localizados en el Parque Internacional de la Paz Waterton Glacier (frontera entre Estados Unidos y Canadá), los parques Yellowstone y Yosemit (Estados Unidos), el Parque Naacional de Alcerces (Argentina), el Parque Nacional de Huascarán (Perú), los localizados en los Pirineos-Monte Perdido (frontera entre España y Francia), Dolomitas (Italia), el del Monte Kilimanjaro y el Monte Kenya (África), los del Parque de los Tres Ríos Paralelos de Yunnan (China), o los de de Te Wahipounamu (Nueva Zelanda).

Formación

Los glaciares constituyen una gruesa masa de hielo y nieve que se origina sobre la superficie terrestre por acumulación, así como por compactación y recristalización de la nieve. Estos se localizan en lugares cercanos a los polos y en montañas o volcanes de gran altura. Su existencia es importante porque esa misma acumulación de nieve es una especie de texto que revela información sobre siglos, milenios e incluso eras anteriores, pues su edad es de millones de años.

Debido al calentamiento global, la temperatura del planeta ha aumentado 1 grado centígrado cada año desde finales del siglo XIX. Esto ha ocurrido debido a la emisión de dióxido de carbono hacia la atmósfera y otras actividades humanas.

Según un artículo publicado por la revista National Geographic, desde 1961, los glaciares del planeta han perdido más de 9.6 billones de toneladas de hielo. En el caso del derretimiento de los glaciares polares, se suma otra problemática que es el aumento en el nivel del mar. Desde 1880, el mar ha tenido un aumento de 20 centímetros y se prevé que para el año 2100 sea de entre 30 y 122 centímetros. Actualmente, la desaparición de los glaciares es responsable de casi el 5 por ciento en el aumento del nivel del mar.

Las alarmas climáticas se encienden, pues una de las mayores consecuencias de la desaparición de los glaciares es la disminución de agua dulce tanto para consumo humano como para las actividades agrícolas, pues muchos de ellos son responsables de alimentar a importantes lagunas. Los glaciares acumulan hasta el 75 por ciento del agua dulce disponible en el mundo.

Ejemplo de ello es el glaciar Chalcataya, en Bolivia. Prácticamente extinto, era el responsable de abastecer de agua dulce a La Paz, capital de ese país, pues se localiza a una corta distancia de 60 kilómetros. Esto provoca que se busquen nuevos métodos para la obtención del vital líquido.

Otra alarma puede ejemplificarse en los polos. La Ántartida ya presenta sensibles daños en sus glaciares más importantes, como lo son el Thwaites y el Pine Island. El derretimiento de estas grandes superficies de hielo podría generar el aumento de hasta 3.4 metros en el nivel del mar, durante los próximos siglos.

Glaciares en México

Según relatan Jorge Cortés Ramos y Hugo Delgado Granados, en su estudio La evolución del mayor glaciar de México vista desde el espacio, publicado por Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenzó en el siglo XVIII, cuando el padre José Antonio de Alzalte y Ramírez, un ilustre de la época, realizó las primeras mediciones barométricas en el volcán Iztaccíhuatl.

En el estudio de Cortés Ramos y Delgado Granados, también se enfatiza que los glaciares mexicanos son únicos en el mundo debido a las características que arroja su ubicación geográfica, pues se sitúan en zonas de cinco mil metros de altura.

En un problema de orden mundial, los glaciares en México enfrentan también complicadas circunstancias. Lamentablemente, han enfrentado un derretimiento constante desde la última glaciación (ocurrida hace unos nueve mil millones de años). Hoy en día, el país sólo cuenta con tres: el del Popocatépetl, el del Iztaccíhuatl o la Mujer Dormida, y el del Citlaltépetl o Pico de Orizaba.

Apenas en 2018, otros investigadores de la UNAM declararon extinto el glaciar Ayoloco, cuyo significado era “El lugar del corazón del agua”. Este se localizaba en la parte central del Iztaccíhuatl y pintaba de blanco al corazón de la montaña ubicada a cinco mil 240 metros de altura. Las fotografías aéreas y satelitales les mostraron que ya no había más hielo que monitorear.

En 1958, el arqueólogo José Luis Lorenzo registró la existencia de doce glaciares en el Iztaccíhuatl. Sin embargo, para 1982, desaparecieron los glaciares denominados “del cuello”, “oeste-noroeste”, “suroriental” y “San Agustín”, lo que representaba el 16 por ciento del área glaciada de ese volcán extinto. Actualmente, el Iztaccíhuatl cuenta sólo con tres cuerpos de agua cuya superficie no excede los 0.6 kilómetros cuadrados, un noventa por ciento menos de lo registrado en 1850, cuando los glaciares ocupaban una extensión de 6.23 kilómetros cuadrados.

En el caso del Popocatépetl, ubicado a cinco mil 420 metros de altura, aunado al cambio climático, su vigente actividad volcánica ha terminado por extinguir o sepultar sus glaciares bajo ceniza. El último inventario realizado por glaciociólogos 1996, registró la existencia de dos masas de hielo denominadas “ventorrillo” y “noroccidental”.

Mientras tanto, el Citlaltépetl, ubicado a cinco mil 670 metros de altura, poseía cuatro glaciares que en el año de 1958 ocupaban una extensión de 9.5 kilómetros cuadrados. El calentamiento global ha acelerado su deshielo y esto propició que los glaciares se redujeran a sólo dos pequeñas áreas denominadas “norte” y “noroccidental”. El futuro que los expertos pronostican para estas masas de hielo no es alentador, pues sólo tendrían de dos a tres décadas más de vida.

Última oportunidad

Los miembros de la comunidad científica internacional coinciden en que, si se quieren frenar las consecuencias del cambio climático que afectan a los glaciares y otros ecosistemas del mundo, se debe reducir drásticamente la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural como método para producir energía.

La quema de combustibles fósiles genera gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Estos gases suben a la atmósfera, propiciando el efecto invernadero que a su vez es el culpable del calentamiento global.

El 12 de diciembre de 2015, los líderes mundiales firmaron el Acuerdo de París, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21). Este documento establece objetivos a largo plazo para todas las naciones en busca de dar soluciones a la crisis climática.

Estos objetivos consisten en reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, con el fin de limitar el aumento en la temperatura global del siglo XXI a dos grados centígrados, y si es posible a 1.5 grados centígrados. Así mismo, se propone medir el compromiso de los partícipes cada cinco años y ofrecer financiación a los países en desarrollo para que puedan mitigar el cambio climático.

El Acuerdo de París, que constituye un tratado internacional legalmente vinculante, entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Hasta el momento ha sido formado por 194 partes, es decir, 193 países y la Unión Europea.

Por su parte, en 2015, en la entrega de su primeras Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), México se comprometió en reducir sus emisiones en un 22 por ciento antes del año 2030, por lo que sus emisiones no deberán sobrepasar los 762 millones de toneladas.

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