Cate Blanchett parece destinada a ganar el premio Oscar por su interpretación de Lydia Tár, la directora de orquesta con más prestigio en el mundo, cuya obsesión por presentar La Sinfonía n.º 5 en do sostenido menor de Gustav Mahler, de una forma casi divina, la encamina a tener un declive mental y laboral, el cual es presentado en la película como un desarrollo de personaje satisfactorio, dado que hablamos de alguien detestable, Lydia Tár justifica su terrible comportamiento, podemos verla cometiendo abuso de poder sobre la orquesta que dirige y sobre su familia, incluso amenaza a la compañera de escuela de su hija, con la finalidad de demostrarle al mundo que la música clásica requiere de una genialidad única para ser entendida y, por lo tanto, interpretada de la forma más auténtica. Quien no entiende a Lydia Tár es llamada "robot" por ella.
La 5ª Sinfonía es desconcertante, no es necesario ser una persona erudita para sentir y darse cuenta que trata sobre la visión de Mahler sobre la muerte; para los conocedores, es lo que se le conoce como una marcha fúnebre en su primer movimiento. Estrenada en 1904, con la Orquesta Gürzenich, bajo la dirección del compositor, que había escrito los primeros bocetos tres años antes, no fue para nada entendida por el público, llevándolo a declarar, después de una actuación fallida en Hamburgo, en 1905, que la 5ª Sinfonía estaba maldita, una obra que nadie entiende; fue hasta años después de su muerte que comenzó a ser reconocida. En la actualidad la 5ª Sinfonía de Mahler es una de las sinfonías interpretadas con mayor frecuencia en las salas de concierto de todo el mundo.
En 1993, el New York Times, publicó una reseña escrita por el crítico de música Edward Rothstein, el cual describía la mente de Mahler como neurótica, de impredecible reacciones; nada exagerado: el compositor hizo revisiones de su 5ª Sinfonía hasta el año de su muerte, en 1911.
Con la anterior referencia, podemos entender el porqué la sinfonía es la pieza central de la película TÁR, la cual marca el regreso de Todd Field como director, después de más de 15 años; sus anteriores trabajos, In the Bedroom, de 2001, y Little Children, de 2006, lo posicionaron como un aclamado director, incluso extrañado por la crítica: TÁR ha sido recibida con gran emoción; en el Hollywood Reporter se puede leer que es el trabajo de un genio, el cual se espera que no tome otros 16 años en realizar otra película.
Parece que entre Mahler, Todd Field y el trabajo de Cate Blanchett como Lydia Tár, nos encontramos un tema en común, el de la obsesión artística. Todd Field declaró que sin Cate Blanchett no hubiera hecho la película. Es interesante lo que hubiera pasado sin la realización de TÁR: no tendríamos otra obra maestra del director; no tendríamos, tal vez, la mejor actuación de la actriz; y no tendríamos lo que se supone la gran y última revalorización de la 5ª Sinfonía de Mahler.
SOBRE EL ERUDITO SINFÓNICO
Gustav Mahler murió a los 50 años. Cuando era niño, a los cuatro años, descubrió un piano en su casa y su padre notó su potencial y lo inscribió a clases de teoría musical; a los 10 años ya había dado su primer concierto: era un superdotado que confirmó todas las expectativas paternas.
Pero el pequeño no se la pasaba bien en la escuela, tenía problemas para concentrarse y en sus pensamientos el tema que lo afligía era el de la muerte. Todo era totalmente justificado, Mahler vio morir a siete de sus hermanos; se dice que a los 14 años comenzó a escribir una obra en honor a uno de ellos, pero no se conserva ningún registro sobre tal intento.
Años después sería aceptado en el conservatorio de Viena. Mahler, en su momento de adolescencia, se había convertido en alguien muy duro consigo mismo, quemaba sus propias obras que presentaba para premios y además era muy rebelde; se salvó de ser expulsado escribiendo una carta de disculpa.
A los 18 se graduó pero sin honores. A los 20 decidió no seguir con ninguna clase de estudios para dedicarse solamente a la música. Enseñaba y buscaba ese premio que tanto anhelaba. No consiguió ganar nada, declarando que se dedicó al teatro por tal razón, donde sí tuvo éxito: Mahler fue director de orquesta, de los 20 a los 27; Praga y Leipzig fueron dos de las orquestas donde trabajó, donde se caracterizó por ser tan exigente que provocaba disputas con los músicos que dirigía, sin embargo, todo se le perdonaba, dado que el resultado era sublime, logrando conseguir el reconocimiento de la crítica y así varios premios que cimentaron su estatus como genio. Pero Mahler, durante esta etapa, no compuso nada relevante.
A los 31 años, Gustav Mahler era un director de orquesta visto y apreciado por Brahms, el cual le añadió más párrafos a la leyenda del joven, describiéndolo como "un genio ardiente".
Mahler seguía provocando a sus intérpretes y subía escalones que lo llevaron al punto de dirigir en Viena, donde podría obtener el mayor de los éxitos, pero había un detalle que se lo impedía: Mahler era judío. El genio ardiente decidió convertirse al catolicismo, a una edad donde ya no tenía la compañía de su padre, madre y hermana, además comenzó a tener problemas de salud. Mahler, en Viena, fue atacado constantemente por ser de ascendencia judía; sus detractores se preguntaban si sería capaz de hacerle honor a la música alemana. Harto de todo, se fue a Nueva York, cuando el director del Metropolitan Opera House le ofreció el puesto de director de orquesta por cuatro temporadas. Dejó una carta de despedida en Viena que fue destruida.
Más adelante tenemos a un Gustav Mahler muy enfermo, pero que comenzaba a ser reconocido, preparándose para presentar su Sinfonía n.º 4. Tuvo que reunirse con Sigmund Freud para hablar de sus problemas matrimoniales; su esposa Alma, se había vuelto alcohólica y había comenzado un relación con el arquitecto Walter Gropius, quien sería el fundador de la Escuela de la Bauhaus. Todo esto hirió profundamente a Mahler y Freud solamente le aconsejó que se relajara para que las cosas en su matrimonio cambiaran para bien. Pero Alma no era solamente una musa; era también compositora, subestimada por la misoginia de la época. Mahler se estaba muriendo y comenzó a escribir su última sinfonía donde llevaría su talento al límite: una pasión increíble, mezclada con el sentimiento de culpa, de la soledad sentida por haber perdido a su esposa por un hombre más joven.
Mahler sostuvo un cuchillo en su corazón. La Sinfonía n.º 9 pudo ser completada, pero fue estrenada de manera póstuma. Una disonancia tras otra, el terror y la confusión de Mahler consiguieron ser expresados de una forma extraordinaria. En la última parte del manuscrito se puede leer una referencia a su esposa. Mahler siempre estuvo acompañado de la muerte; en algún momento también sufrió la muerte de su hija. En la Sinfonía n.º 9 predijo que sería el siguiente en irse.
En el último acto de TÁR podemos ver cómo el personaje de Cate Blanchett pierde todo su mundo, por decisiones equivocadas y una actitud ante la vida muy parecida a los rasgos de personalidad que Gustav Mahler dejó ver al mundo.
La película de Todd Field, ya disponible en Blu-ray, abre el debate de que si la genialidad puede hacer olvidar el comportamiento que tuvieron artistas como Mahler en su paso por la vida terrenal. Una discusión sensata pero que debe explorar todos los territorios posibles, si se quiere dar un veredicto justo.
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