You won't remember what you're missin',
but down some dead-end streets there ain't turnin' back from dust.
Gil Scott-Heron
Le dicen el rey de las cantinas, su corona es una gorra negra con su also known as bordado en hilos blancos. Sho-Hai (Sergio Rodríguez Fernández) levanta la mano diestra, dirige el vaso colmado de vino al techo y sonríe de ojera a ojera ante la captura de la videollamada. “Poso en la foto y me piro, no te alteres”, dice un verso suyo en el álbum La última función (2017).
El integrante de Violadores del Verso está en Delicias, su barrio en Zaragoza, al noreste de España. Allí ha residido toda la vida. Son las ocho de la noche, siete horas de diferencia respecto a México. El vecindario es proletario, con color y cultura, hostelero de migrantes tanto africanos como latinoamericanos. “Cuanto más gente halla de muchos sitios diferentes, más se aporta a la vida en general. Y aquí estoy, tío, aquí he nacido y aquí me voy a morir”.
Su tía encontró un lote de vinilos en los años ochenta, justo en una casa vecina que un exmilitar norteamericano había abandonado. Estaban en la basura. Estados Unidos instaló tres bases militares en España durante la Guerra Fría, una de ellas a las afueras de Zaragoza. El hip hop llegó por ese conducto. Sho-Hai llamó de inmediato a Rebel (José Antonio Rodríguez Fernández), su hermano, para que fuera a escuchar los discos. George Clinton, Rick James y Salazar fueron algunas sonoridades que emergieron.
“Los pusimos por curiosidad, con la aguja sobre el plato de la tornamesa. Mi hermano y yo en casa: ‘¡Ostia, pero si esto es lo mismo que utiliza EPMD!’. Luego agarrabas los discos de rap americano y siempre ponían los samples que utilizaban. Con esa poca información hicimos cábalas y dijimos: ‘Esto tiene que ser, tío. Esto lo cogen, lo cortan, le dan vueltas, le meten un bombo y una caja y rapean encima’. Se lo comenté a R de Rumba (Rubén Cuevas), tampoco tenía ni puta idea, y fue el que más se lo tomó a pecho”.
***
Viernes 13 de marzo de 2020. Sala Escena de Monterrey, Nuevo León. A pesar del fallecimiento de su hermano Rebel, Sho-Hai decide no cancelar sus presentaciones en México y aterriza en suelo regiomontano con un dolor en el alma. Sale a escenario, a días de que la pandemia de Covid-19 llegue al país y trata de entregarse al público. Interpreta Resistencia arrogante, la canción que su hermano aportó para el álbum Vivir para contarlo (2006), de Violadores del Verso. Es un homenaje de sangre, de amor de hermanos. Por eso al finalizar apunta el puño al cielo, donde siempre se dibuja el rostro de quien ya no está.
“Polvo somos y en polvo nos convertiremos”, escribe en la canción que cierra Polvo (2022), su más reciente material discográfico. Su hermano está presente en todo el álbum, aun sin que se le nombre, como ese polvo de ángel del que hablaba Gil Scott-Heron. También se han dado cita grandes amistades, como sus compañeros de Violadores del Verso y otros raperos de Zaragoza. En cada respuesta Sho-Hai abraza a su madre, a los suyos, es consciente de la finitud de la vida y por tal motivo pretende vivirla a tope.
Polvo es otro volver a empezar, otro subir al escenario con el corazón en la mano y tratar de cumplir las promesas pendientes. También conocido como Hate, el rapero español se ve a sí mismo como un perdedor de barrio, como si estuviera en alguna especie de sendero inspirador cual obra de Charles Bukowski. Las mejores canciones le van en los peores momentos, como cuando escribió sobre esa Zaragoza que nunca duerme. Pero ante las pérdidas, asoma un optimismo que le ilumina la noche junto al río Ebro: “Mientras el bolsillo me lo permita y el hígado también, seguiremos brindando”.
Como solista habías publicado Doble vida (2011) y La última función. Ahora presentas Polvo. ¿Un nuevo proyecto discográfico siempre es un volver a empezar? Yendo a esta frase que dices en “Filosofía y letras”, del álbum Vivir para contarlo (2006) de Violadores del Verso.
¡Totalmente, hermano! Has dado en el clavo, macho, porque en estos días, los nervios que conlleva sacar un trabajo nuevo… tienes que estar encima de todo. Ya no sólo es escribir, tienes que grabar, mezclar, estar encima de la mezcla, del máster, de las fotos para las artes del vinilo y del cedé. Tienes que estar encima de todo, tío. Claro, también saco discos cada lustro, como quien dice (risas)… es un volver a empezar, macho. ¡Ostias! No me acordaba lo que era hacer un disco, tío. Pero, claro, esos nervios implican responsabilidad, querer hacerlo lo mejor posible. Sí, el otro día lo comentaba, que parece que no había sacado un disco en mi vida, por los nervios que llevo encima. Pero luego ya tienes tu disco, te ha llegado, te lo pones, lo escuchas, lo abres, tiene todos los colores donde tienen que estar y ya, te olvidas un poco de todo el trabajo duro que ha habido detrás y es: “¡Ostia! Aquí está la recompensa”. Luego ya la mayor recompensa es ir a los escenarios, que la gente esté contigo, que se sepa las canciones. Pero sí, sacar un disco siempre es un volver a empezar; es un nuevo hijo, un nuevo reto y siempre es así.
En Imperativo, el primer corte de Polvo, hablas de “abrir la mente”. ¿Qué espacio de tu acción creativa crees que se abrió en este nuevo álbum?
Cada que haces un disco, obviamente, tienes que tener la mente abierta para escribir y para lo que sea. Vale, yo tampoco soy un tío que haga muchas locuras. A mí me gusta el rap, como lo concibo yo, el rap clásico de toda la vida. En este disco te puedo abrir un poco más la mente en aspectos de entonar, por ejemplo: siempre he hecho mis entonaciones en frases y tal, pero en canciones, en concreto, enteras, de ir rapeando y entonando a la par, eso no lo había hecho, co. Para mí eso es abrir la mente, es un poco “innovar”, entre comillas, porque ese verbo me da un poco de asco, esa palabra nunca me ha gustado —la odio con toda mi alma, de hecho—. Pero bueno, está todo inventado. Yo siempre he dicho que está todo inventado. Hay mucha gente que dice: “¡No! Es que tú haces lo mismo de siempre”. Pues, tío, alguien lo tiene que hacer, ¡es un trabajo sucio, co! Si alguien tiene que mantener el rap, ese soy yo. Es mi estima y así es como va a ser. Pero bueno, también he hecho dobles tempos, aunque siempre los he hecho, desde los 25 ya rapeaba a doble tempo, con esto voy a estar a ciento y pico bpms, pero hacerlas enteras no lo había hecho nunca. Yo qué sé. Me he montado con gente que no había contado nunca para la hora de instrumentales o a la hora de cantar, pues eso es abrir la mente un poco, tío.
Imperativo también incluye un saludo a Rebel, tu hermano, quien te introdujo en el mundo del hip hop. Polvo es el primer álbum que fabricas sin su presencia terrenal.
Aparte era mi hermano, aunque no me hubiera metido en este bello mundo del hip hop obviamente tendría su homenaje, más aún porque le debo todo. Ese tío llegó de crío al mismo cuarto en casa de mi mamá y, claro, él me introdujo. Yo escuchaba la música que él ponía: las míticas tapes de Beat street, Electric bogaloo, Breakin’ en el año ‘84. Tenía ocho años, tío. Era increíble. Yo no sabía qué era eso, pero me flipaba. Y luego las películas de rap, la peña bailando breakdance; no sabía qué era eso. Él era mayor que yo, me sacaba cinco años. Ya con cierta edad, él se iba a las discotecas. “¡Ostia! He estado con tal y tal. Ha estado pinchando Afrikaa Bambataa”. “¡Ostia! Están las piscinas y ahí”, donde se juntaba un montón de peña aquí en Zaragoza hace años. Me contaba todo eso, tío, y yo era como un crío, viéndolo como si fuese mi padre. No había estado en el sitio, pero yo me lo imaginaba. Me lo contaba y lo recibía como si hubiera estado. Le debo todo, gracias a él estoy donde estoy. También a Lírico y a Kase.O, por supuesto, que coincidí con ellos en el instituto. Yo no rapeaba ni nada y Lírico me dio un día la alternativa: “¡Tienes que rapear una letra!”, en un parque, estábamos un poco tomados. Pero gracias a mi hermano Rebel, tío, estoy aquí.
Para ti, ¿cuál es la presencia que tu hermano tiene en este disco? Lo nombras en varias ocasiones, no necesariamente en un tono triste, sino también feliz.
Aunque no mencione su nombre, el macho está presente en todo. En Luz escondida, la canción que tengo con Fhyabwoy, digo: “Esta mañana está más triste el sol porque mi hermano no está”. En Polvo, al final digo: “Ahora son todas las primeras veces sin ti”. Hablo de mi hermano todo el rato, aunque no lo nombre está presente todo el rato. Es un vacío que me abrió el camino más bonito de mi vida. En mi casa escuchaba a Los Beatles y de repente escuché esto, la banda sonora de las películas, y ya no quise escuchar otra cosa. Obviamente cuando vas creciendo escuchas música y quieres aprender de otras cosas, como los vinilos de mi tía. Pero sí, le debo mucho a mi hermano.
Sobre la amistad, el videoclip de Te pone bien te muestra en una barbacoa junto a los integrantes de Violadores del Verso y otros raperos reconocidos de Zaragoza. Aristóteles decía que nadie puede ser amigo de un objeto inanimado. ¿Te han dado vida tus colegas zaragozanos?
Tenían que salir más. Lo que pasa es que por cuestiones de tiempo y de historia, no pudieron estar todos los que habían tenido que estar. Rodamos el video un martes por la mañana hasta por la noche, más o menos. Rapsus tenía disponibilidad todo el día, Hazhe también, Xhelazz, Rumba, Lírico, estábamos ahí todos los amigos. A ver, no es que Zaragoza sea una ciudad muy grande, creo que es la quinta en España respecto a población, pero es un sitio pequeño; aquí nos conocemos desde hace muchos años. Rapsus es amigo de toda la vida, Xhelazz, Hazhe, somos los brothers. ¿Cómo me van a decir que no? Si les digo: “Oigan, chavales, voy a hacer un video”. Me dicen: “Cuenta con nosotros”, y es genial contar con ellos, con los colegas de toda la vida. Da un poco de placer. Ellos van por su historia, nosotros a la nuestra, pero siempre coincidimos con mucho amor, respeto y cariño. Siempre ha pasado eso en Zaragoza, co. Ha habido beefs y rappers, como en todos lados, pero aquí en Zaragoza nunca hemos tenido mayores problemas. Nos conocemos todos, nos respetamos todos y está de puta madre.
Y lo más bonito es la amistad que une el hip hop.
Claro, tío. He conocido a gente gracias al rap que de otra forma no hubiera podido conocer. Conozco muchísima gente, al día de hoy, que es increíble. Me voy a cualquier ciudad de España y tengo amigos que me ofrecen su casa. Tal vez no hablamos todos los días, pero te ofrecen su casa. Aquí ha venido gente y es: “Ahí tienes tu cuarto. Toma tus llaves. Déjate fiar y déjate de mirar”. Es precioso. Eso de la música, aparte del gusto que da escuchar rap, te ofrece amistades para toda la vida y eso es una pasada, tío.
Otras amistades que te han acompañado toda la vida son R de Rumba, Lírico y Kase.O. Con ellos haces Únicos, la primera canción de Violadores del Verso en seis años. En tu turno, mencionas la escena iberoamericana del rap. Con base en esto, ¿qué perspectiva te da el panorama actual?, ¿qué puedes criticar o reconocer sobre lo que ahora llaman “música urbana”?
El término “música urbana” tampoco es que a mí me represente. Yo hago rap, está muy claro. Hay un conjunto de músicas por ahí que las quieren organizar llamándole “música urbana”, que me parece muy bien, muy loable, pero el panorama del rap en España es la ostia. Escuchas a Foyone, a Kaze, y me representan, tío. Luego hay otros rappers que pueden tener cosas como, no sé cómo decirlas, “modernas”, que están de puta madre también. Tiene que haber variedad, sino esto sería un aburrimiento. Como dije, hay peña que dice: “Que tú haces lo de siempre”. Me parece muy bien, tío, ¿qué haces aquí escuchándome? Vete a otros lugares, que hay de todo por ahí. Yo tengo que hacer lo que hago y no voy a hacer música para gustar a nadie. Yo hago música para mí. Obviamente vivo de esto y luego hay conexión con el público. Aquí en España, es lo que te digo, hay una peña que está reventando por todos los lados: Fernandocosta, que si el Kaze, que si AGZ, esos son los más top. Luego hay peña un poco más underground que son la ostia también, como Eric The Wrestler. Siempre lo he dicho: el rap es la música más bastarda que hay en el mundo, que viene de un lado y de otro. A mí me gustan las cosas bien hechas, con cariño y donde se demuestra que ha habido trabajo detrás. No soy un boomer ni mucho menos, siempre lo he pensado desde que tenía veinte años: a mí me no me gusta la música que tiene menos cariño y menos amor. Lo he pensado con veinte años y lo sigo pensando con 46.
En Polvo también coexisten temas íntimos, sensibles. Me referiré a Don Perdón. Tras toda tu carrera, ¿qué significado tiene el perdón en tu vida?
Hay que pedir perdón siempre y dar las gracias, tío. Sin querer he hecho daño a personas cercanas, pero obviamente nunca ha sido a propósito, yo no tengo ese tipo de maldad. Yo no soy así, yo soy un tío súper tranquilo y súper normal. Y simplemente es una canción con el corazón en la mano, tío. Una canción muy bonita y triste a la par, porque hay peña a la que le he fallado sin querer y es un poco “perdón, no era mi intención”, sin más.
¿Cómo fue la producción de esta canción?
Macho, pues ya tenía el loop pillado de no sé qué película era. Le dije a Rumba: “Me mola este loop”. Se lo pasé a Rumba y a Carlos Porcel, con quien tiene Funk Experience. Está tocado por ellos. Porcel es un portento musical que tanto te canta, toca el bajo, la guitarra, la trompeta, el piano, hace de todo; ese tío es la envidia total. Y les dije que quería eso y, nada, macho, fue montarme en la instrumental y ostía, esto no es un rollo que no es reggae, pero es una movida muy rara. Las entonaciones que llevo ahí me parecen un poco reggae y me costó mucho hablar con el corazón en la mano. También hay mucho desamor ahí, épocas que uno vive. Tiro mucho de sentimientos, pero lo cuento para bien y para mal. Es una canción que veo como un macho que es un loser de la vida, que soy yo. Sí, Sho-Hai, tal, Violadores del Verso, tal, parece que lo tienen todo y no lo tienes todo nunca. Puedes vivir bien, económicamente no te va mal, pero muchas veces te faltan tantas cosas. Y sí, me veo un poco como un loser de la vida. Siempre me he visto como un perdedor, como un perdedor de barrio.
Otra intimidad destacada es la frase que nombras en Terapia: “No hay mejor religión que ser buena persona”. ¿Cómo llegas a esa conclusión?
Es que es muy fácil, hay que ser buena gente. Además, a la gente que no es buena se le ve muy rápido. La gente viene por el interés o porque te conoce tal persona. A ver, y conozco a mucha gente y obviamente hay rasgos de afectividad, de amistad y demás. Los míos, por supuesto, son los primeros, mi familia de siempre y tal. Pero es que hay que ser buena persona, saludar: “¡Buenos días!”. Tampoco hay que hacer grandes cosas. Ser buena persona es no hacer el mal, es tan simple como eso, macho. Yo me considero una persona amable, saludo todos los días. Yo qué sé. No es porque haya que ser así, es que soy así. Hay que ser buena persona, tío, ya está.
En una entrevista mencionaste que viste cavernas en tu alma donde no te gustaría volver a estar. ¿Cuáles son esas cavernas que has atravesado a lo largo de tu carrera?
A raíz de lo de mi hermano, la pandemia y todo esto… siempre hay varios yo en cada uno, que están ahí. Y conocí a uno que no me gustaba, súper jodido. Obviamente la circunstancia era muy jodida. Mi madre estaba ahí, yo no podía ir a verla, había fallecido su hijo, mi hermano, y yo no podía ir a verla. Estaba de la mierda la pandemia y no te podías escapar a ver a nadie. Pensaba que lo llevaba todo bien, pero se te empieza a comer el cerebro y no me enteraba de nada. Siempre he sido un tío muy propenso a deprimirme, siempre lo he sido. Soy muy nervioso, me afectan mucho las cosas. Aunque no lo parezca, aunque parezca que siempre estoy de fiesta o demás, a mí me afectan mucho para bien y para mal, lo digo siempre. Pero sí, tío, son profundidades y no quiero volver a bajar ahí. Y no sabía que estaban ahí, pero están. La peña quiere que estés happy siempre, pues mejor para ellos. He conocido yoes mismos muy jodidos y no es el primero. Este es el último que conocí, pero ya está. Se me ha olvidado, he salido para arriba y estoy medianamente bien, gracias a Dios.
¿Qué te deja la frase con la que cierras el álbum: “Polvo somos y en polvo nos convertiremos”?
El polvo es eso, tío: el paso de la vida. Y esto va muy rápido. Siempre he tomado de ejemplo a Rebel, porque lo tengo muy presente. Han pasado dos años y pico, pero es como si hubiera sido ayer. Siempre lo he dicho, antes de que pasase lo de mi hermano, que esto va muy rápido. Hay que aprovechar la vida. Sé que soy un afortunado en la vida, lo sé. A veces me quejo de inicio, pero bueno, soy un afortunado porque no hay nada más bonito que vivir de lo que amas, que es la música. Eso es increíble. Pero así vienen malas épocas, tío. Esto pasa muy rápido y lo que hagas es lo que te llevas. Hay que aprovechar. Muchas veces quedo con mi madre: “Hijo, no sé qué y tal. Hay que ahorrar un poco el dinero para el futuro”. Le digo: “Ma’, a mí me da igual. Yo quiero estar con mis amigos, que tú estés bien, que estés feliz”. Esto se acaba y a mí me da igual. Yo quiero vivir la vida a todo el tope que se pueda. Me conformo con muy poco, ¿sabes? Me refiero a estar ahí con mis amigos, que estén bien, echando una cerveza en un bar; esa es la felicidad absoluta. No necesito irme a Miami a una playa increíble —que también es la ostia, co—, yo me conformo con muy poco, tío, y hay que aprovechar, porque hoy estás aquí y mañana no te levantas. A los hechos me remito. No quiero perderme nada, ya he hecho muchas cosas en esta vida, pero quisiera hacer alguna más.
¿Qué te gustaría hacer?
Me quedan muchas cosas. Por ejemplo, en cuanto a la música, que es mi pasión y mi vida —no porque viva de ella, lo he dicho cien veces: me encanta escribir una canción y escucharla y decir “¡ostia!, qué guapo, tío, ¡esto lo hecho yo!”—, me quedan muchas cosas por decir en el micrófono, muchas ideas aún para soltar. Las voy soltando poco a poco. Rapear con una banda de rock, en cuanto a la música, sería la ostia. Quiero ir a Latinoamérica a presentar este disco, que tampoco he tenido muchas oportunidades de ir a presentar ni el Doble vida ni La última función. Hace dos años, antes de la pandemia, fui a Monterrey y al Vive Latino ahí en México. Latinoamérica siempre es una pasada, tío. Es una inyección de autoestima súper guapa de estar tan lejos y sentirte útil, de ver a tanta gente que conoce tus canciones, que te quiere y demás, eso es cojonudo. Y aquí en España, obviamente, también es una pasada escribirte una letra en pijama tú solo, y luego estar cantándola y que la gente se la sepa, eso es maravilloso. Y ¿qué más habría que hacer? Pues estar con mi madre siempre y darle todo el amor posible, es una luchadora y también guerrera. Yo he hecho ya muchas cosas, pero con mis rutinas soy feliz. Me conformo con poco, no me hacen falta muchos lujos ni nada de eso.
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