La actitud pasiva termina siendo
una servidumbre mental,
una verdadera esclavitud.
¡Cretinos!, ¡traidores! ¡corruptazos…¡racistas! ¿Qué lo autoriza señor presidente para abusar del poder que los ciudadanos le hemos conferido, para insultar, culpabilizar, descalificar, ofender indiscriminadamente a los millones de mexicanos que no estamos de acuerdo con su visceral y errática forma de gobernar? Cuál es el baremo con que usted mide a los unos y a los otros para dividirnos con su actitud belicosa y su lenguaje chocarrero. Por un lado a quienes desdeñosamente llama mascotas, corcholatas, pueblo; la ciudadanía más vulnerable que usted usufructúa como capital político; de quienes con trabajo y responsabilidad (esa clase media que es para usted despreciable) llevamos al país hacia delante.
¿Se ha dado cuenta de que se le salió el cobre con las ordinarieces que escupió ante la legítima y pacífica manifestación ciudadana en defensa de un INE? Una marcha de ciudadanos de todas las clases sociales, que acudimos libremente, por propia convicción, sin acarreo, dádivas, ni lonche; y hasta sin espectáculo: ni Tigres del Norte y ni siquiera su Chicoché favorito.
Es muy posible que su preocupante senilidad, le impida tener clara conciencia de su lenguaje verbal y gestual, chistoso y eficiente a la manera de Clavillazo, pero totalmente indigno de un primer mandatario (no confundir con mandante) y que usted con sus actitudes y su lenguaje denigra consistentemente. Usted señor presidente, insiste hasta el cansancio en su honestidad. Por cierto, también en la de Bartlett y de su incomoda parentela. Usted muestra doscientos pesitos en la cartera, asegura que no tiene cuenta de banco y ha dicho que a su retiro vivirá de su pensión. ¡Pobrecito! Lo que resulta evidentemente peligroso, es que alguien en su condición de pobreza, disponga de pronto de cantidades de dinero público que es incapaz de imaginar. El que nunca tuvo y llega a tener, loco se puede volver, decía mi abuela. Viéndolo a usted lo confirmo. Enloquece con el avión presidencial. ¡Hágase un tren!, ahora un aeropuerto, todo al dedazo, rapidito sin los análisis de factibilidad, sin asesoría de expertos, sin estudios ni preparación que requieren obras de tal magnitud. Nada más fácil que disponer del dinero público. Lo que resulta incongruente, es que en pobreza tan extrema y con escuelas públicas eficientes, especialmente ahora con el nuevo programa educativo con que usted las enriqueció, mande a su hijo a estudiar en un elitista y carísimo colegio en el Reino Unido, cuando tanto ha insistido en que: “los que van a estudiar a Harvard, o estudian en el extranjero aprenden a robar, a eso van… es una mentalidad elitista, clasista, racista”. ¿Acaso a eso lo mandó? No nos sorprende, así es usted, esa es su estructura moral. No sé si serviría pero vale la pena intentarlo, que alguien le explique señor presidente, que la democracia se basa en el generoso supuesto de que todos los ciudadanos somos iguales. Honra nuestra humanidad y a nuestro proyecto de sociedad pensar que lo somos.
Esto significa que la voz de quienes usted llama despectivamente mascotas y corcholatas, vale lo mismo que la del científico, del intelectual (esos orgánicos y acomodaticios) como usted acusa. De los empresarios que con fe, invierten y crean trabajo para los mexicanos y de la clase media pilar y sustento de nuestro país. Esperemos que alguien le explique también que con la libertad que nos confiere la democracia, manifestamos nuestro desacuerdo a sus constantes atentados para modificar o desaparecer a su conveniencia nuestras instituciones.
No somos enemigos, ni traidores, ni hipócritas; damos la cara, SOMOS OPOSICIÓN. Somos el contrapoder que todo gobierno necesita para no perder el rumbo. Así es como funciona la democracia señor presidente, con todos sus componentes: sufragio universal y contrapoderes. Aprovecho para recordarle que usted no gobierna sólo para la mesa que más aplauda sino para todos los mexicanos. Y un consejo; desconfíe de las plazas llenas de pueblo. Esa masa anónima que por las carencias que tantos malos gobiernos nos han procurado, es susceptible de ser manipulada. Son los mismos ciudadanos que con gritos y matracas apoyaban a Colosio en Lomas Taurinas; antes de matarlo. Tengo la convicción de que existe en la mayoría de ciudadanos, la firme intención de detener la caída, de no resignarnos. Es indudable que cada uno a su manera queremos un país próspero y pacífico. Y no, no somos iguales señor presidente.
Comentarios