“El monstruo de cuatro ojos”, el ente formado por dos seres humanos, con carencias, significados dispares, sensibilidades emocionales, un laberíntico entramado de toda una vida de experiencias y aprendizajes, con sus propios ideales y valores, cuyo contacto (no necesariamente físico), crea un cúmulo de creencias, sensaciones, conductas, transacciones emocionales, caos, crisis...
Un sistema complejo que solicita satisfacer diversas necesidades: reconocimiento, diversión, placer sexual, apoyo, colaboración económica, menesteres inconscientes, y la lucha contra el miedo universal a la muerte y la depresión. Ante toda esta complejidad, ¿es posible el amor?, o será como escribió el poeta Leopoldo Marechal: “con el número dos, nace la pena”.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos es una película de drama, romance y ciencia ficción del año 2004, dirigida por Michel Gondry (The Science of Sleep, Be Kind Rewind, The We and the I, Mood Indigo) y escrita por Charlie Kaufman (Adaptation, Synecdoche, New York, Anomalisa, I'm Thinking of Ending Things), que juntos ya habían trabajado como director y escritor, respectivamente, en Human Nature, de 2001.
La cinta nos relata la historia de Joel Barish (Jim Carrey) y Clementine Kruczynski (Kate Winslet), una pareja que, al separarse, deciden cada uno, mediante un proceso médico, borrar de su memoria los recuerdos del otro. Eterno resplandor es el relato de la vida, muerte y resurgimiento de una pareja humana.
Ruta de la crítica
Ganadora al Premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (Oscar), los Globos de Oro, los Premios de la academia de cine y televisión británica (BAFTA), la National Board of Review y el Sindicato de Guionistas (WGA) como mejor guion original, y fue nominada como mejor película en los Globos de Oro (película comedia/músical), los premios BAFTA, el Círculo de Críticos de Nueva York, y los Critics' Choice Awards, asimismo, Kate Winslet estuvo nominada como mejor actriz por el Sindicato de Actores (SAG), los Premios Oscar, los Globos de Oro, BAFTA, y los Critics' Choice Awards. En fin, una gran cantidad de reconocimientos, sobre todo, al guion de Kaufman.
El filme es ahora una película de culto y está considerada por muchos como uno de los mejores filmes del siglo presente .
La separación de los amantes
Una ruptura amorosa implica un dolor narcisista, simbólicamente se muere en la conciencia del otro: ¿cómo pudo terminar conmigo?, ¿cómo puede hacerme esto a mí?, ¿por qué es tan fácil para él/ella?, ¿cómo es posible que ya está con alguien más?, ¿tan poco me quería, tan poco signifiqué para él/ella?... Joel Barish al saberse olvidado ante la separación, se da cuenta que le han movido de posición de deseo, y en su melancolía y enfado, decide culminar la obra y también matar a Clementine de su conciencia.
El sistema pareja se disuelve, los recuerdos se marchan, los olores, el contacto, el saber que se existen ante la mirada del otro, los domingos, el placer, las charlas de madrugada, las constelaciones, las bromas y las comidas juntos desaparecen. Y con ello, un poco de la propia identidad ante la identificación con el otro y con el ente pareja.
Clementine escapa hacia adelante, sale con Patrick, es uno de los trabajadores de Lacuna Incorporated, la clínica que se encarga de borrar recuerdos, este usa las memorias de la relación con Joel para ganar el afecto de Clementine, repite aquello que resultó favorable, bonito, romántico, para así perpetuar lo que cree es el amor. Pero, ¿cómo juzgarlo?, si nuestras relaciones son una constante repetición de elecciones de relaciones pasadas.
Compulsión a la repetición
El mismo Joel y Clementine en su reencuentro, después de que sus memorias han sido borradas clínicamente, hacen las mismas cosas en los lugares que solían visitar juntos. La vida es eso, una constante compulsión repetitiva de actos, una regresión, atamos lo nuevo a experiencias antiguas, y en menesteres del amor ¿cómo podría ser diferente?, si en su raíz más remota en la etimología, que está en el indoeuropeo, viene de: <ama>, mamá, <or>, el efecto de, por lo que el amor significa el efecto de la madre, la búsqueda de nuestro primer vínculo significativo. Nuestras relaciones son una búsqueda compulsiva y repetida del <amor>.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, entre otras cosas, describió como el ser humano actúa bajo dos pulsiones: Eros (pulsión de vida) que reafirma el yo, y, por otro lado, Thanos (pulsión de muerte), definida como la tendencia hacía el sufrimiento, la violencia y destrucción. Asimismo, el mismo Freud, acuñó el término de compulsión a la repetición para referirse al impulso de los seres humanos a repetir actos, pensamientos, sueños, etcétera. Esto explicaría claramente porque elegimos parejas con las mismas características, y lo peor, porque pasan los mismos conflictos con cada una de ellas, por lo que Freud creía que la compulsión a la repetición se rige por la pulsión de muerte.
Sin embargo, algunos años después, llegó alguien llamado Friedrich Salomon Perls, mejor conocido como Fritz Perls, o Dr. Friz, este no compartía la misma visión que Freud, para él, la compulsión a la repetición se guiaba por la pulsión de vida, ya que, Fritz describía que el nuevo intento repetido es una forma de aprender aquello que no se aprendió anteriormente, y, por lo tanto, la compulsión terminará cuando se tomé consciencia de aquello que es necesario saber.
Joel y Clementine están repitiendo, el Dr. Howard Mierzwiak y Mary están repitiendo, ¿qué es aquello que necesitan aprender?, ¿será que necesitan reconfigurar el concepto que tienen sobre las relaciones y el amor?, ¿será que el amor es un proceso que necesita desilusiones?
El encuentro
Goondry y Kaufman nos muestran un viaje inconsciente al esplendor total de la pareja humana, en ella, existen múltiples dificultades y conflictos (colisiones, colusiones y complementariedades), pero, a pesar de todo, ese “monstruo” siempre está dispuesto a amar, siendo ridículo o absurdo, en la patología y la incertidumbre, insistimos en volver a ese efecto de la madre. El otro, aunque en momentos se convierte solo en un objeto transicional, un acompañante de ruta, a veces chiquita, a veces turbulenta, otras tranquila, es gracias a quien, muchas veces, y si abrimos bien los ojos, aprendemos lo que necesitamos para afrontar nuestra siguiente etapa. La pareja es una de las “herramientas psicoterapéuticas” más importantes, un espejo donde se pueden ver los conflictos personales más oscuros, cuya consciencia nos puede llevar a la luz del desarrollo personal.
Si en un futuro se llegará a tener la posibilidad de borrar a alguien, algo aparentemente no muy lejano (existe un proyecto de la profesora en neurociencias Amy Milton de la Universidad de Cambridge) desaconsejaría contundentemente hacerlo, ya que, sin la memoria, no hay aprendizaje, diría el principito: “tengo que soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas”. Sin la pena, no hay amor.
Joel y Clementine aprendieron que después del flechazo, el enamoramiento y la desilusión, se encuentra el amor, la aceptación incondicional (nada fácil) del otro y del conflicto inherente a la vida, la aceptación decidida que convierte al amor, no sólo en un sentimiento y una satisfacción por la existencia de la otra persona, sino en un verbo, una actividad, un trabajo diario que implica cierta educación, el amor es la decisión de asumir las disparidades.
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