Socialmente hablando, en México estamos acostumbrados a asociar los logros con el sufrimiento; incluso, llega a ser romantizado y cualquier meta cumplida sin sacrificios, carencias o dificultades tiende a ser demeritada. No es ningún secreto que los modelos educativos tienen fallas, pero ¿hasta que punto es necesario sufrir para aprender?
Hay que partir del hecho de que el sufrimiento de los alumnos no es sinónimo del éxito de un plantel educativo. Sucede lo mismo que cuando el maestro llega el primer día de clases afirmando que nadie saca 10 en su materia y esto se toma como un indicativo de la excelencia del docente. Contrario a lo que se ha enseñado toda la vida, ir sin dormir a la escuela y tener miedo a las represalias si no se cumple con lo esperado, no garantizan un aprendizaje por parte del alumno.
El pedagogo Gert J. J. Biesta (2005) plantea el sufrimiento como algo necesario en el proceso de aprendizaje y se refiere al hecho de que aprender algo nuevo implica reorganizar lo que ya estaba aprendido. Sin embargo, la pedagogía progresista tradicional se opone completamente a este sufrimiento, aunque otros autores como Mintz (2012) afirman que no se debe proteger al estudiante de las adversidades que implica el proceso de aprendizaje.
“El que no sufre no aprende”
El portal Esperanza Education pone en tela de juicio si verdaderamente se han quedado atrás los años de abuso físico dentro de los planteles. En su articulo El valor del sufrimiento en la educación, se habla de la antigüedad del sufrimiento como medio de aprendizaje, incluso se menciona el cuadro La letra con sangre entra de Francisco Goya, como muestra de que incluso a finales de 1700 el sistema educativo ya era criticado.
Un punto interesante es la reflexión que genera el portal a partir de la pintura:
Mientras que varios alumnos están representados leyendo y trabajando aplicadamente, otros tres han sufrido el castigo del profesor. Lo más interesante está en el morbo que la pintura representa: los tres estudiantes a la izquierda de la imagen participan activa o pasivamente de la reprimenda de su compañero. Y esta es una consecuencia real de involucrar el sufrimiento como garantía del aprendizaje: la cultura del sufrimiento académico genera una cultura del placer por el sufrimiento ajeno.
Si bien, ya existen numerosas leyes que protegen a los estudiantes del abuso físico dentro de las escuelas, todavía se pone en duda si el abuso se ha erradicado por completo. Entonces, la herencia del castigo físico es el creer que para aprender es necesario el sufrimiento; no dormir por hacer tareas y sobre todo la aceptación de esto como parte necesaria del proceso. Y es que no se trata de eliminar el sufrimiento del aprendizaje, pero sí de cuestionarse hasta que punto este es necesario y considerar cuáles son las consecuencias negativas.
Tipos de sufrimiento
Según el filósofo y escritor de origen judío Emmanuel Levinas (2009) “el sufrimiento es una experiencia pasiva que despoja a los individuos de su agencia, negándoles libertad. Sin embargo, resulta necesario distinguir el sufrimiento en mí, del sufrimiento en el otro, descubriendo así, en la atención al otro, el vínculo de subjetividad humana”.
En su artículo Sufrimiento educativo positivo y negativo en modelos internacionales de educación, el educador peruano Martín Urrutia plantea pues, con base en el pensamiento de Levinas, la necesidad de que los maestros sepan reaccionar y actuar ante el sufrimiento de sus alumnos.
En este mismo texto, se habla de dos tipos de sufrimiento en el proceso educativo: por un lado, está el útil que esta ligado a la educación y se basa en la exploración del conocimiento adquirido contrastado con el que ya se tenía, se le conoce como sufrimiento educativo; por otro lado está el sufrimiento inútil y se define como el que se impone en los jóvenes sin que facilite ni cultive el aprendizaje.
Suicidio
Siendo externos, no hay forma de entender la relación entre la exigencia académica y el suicidio. Es aquí, cuando se debe cuestionar cómo este tipo de ambiente en las escuelas puede causar en el estudiante la desesperación, dolor, impotencia y angustia suficientes como para pensar en quitarse la vida.
Según la BBC, entre abril de 2016 y marzo de 2017 se registraron 250 muertes por suicidio de niños en edad escolar, cinco más que el año anterior. Se trata de la cifra más alta desde 1986. La realidad es que bastaría un niño para que se considere un problema.
Japón es uno de los países con más presión escolar, un informe publicado por la Oficina del Gabinete de Japón en 2015, que analizó los datos de suicidio infantil en el país entre 1972 y 2013, reveló que existe un pico masivo de suicidios al inicio del segundo semestre escolar, que en Japón comienza el primero de septiembre.
Es decir, el día en que los jóvenes regresan al colegio. De hecho, en Japón se implementaron algunas medidas para evitar que los adolescentes opten suicidarse en vez de asistir a la escuela.
“Si yo sufrí, ¿por qué tú no?”
La pedagogía del terror podría quedarse solamente como un error del sistema educativo, pero lo cierto es que trasciende a otros aspectos y se relaciona con el elevado índice de enfermedades mentales y trastornos de la personalidad que hay en el país.
El Universal plantea una relación entre el sufrimiento de los estudiantes y el narcisismo; poniendo de ejemplo los abusos físicos y mentales a los que fueron sometidas, educativamente hablando, las generaciones anteriores y el cómo a veces buscan que sus hijos pasen por lo mismo por considerarlo algo “necesario” para aprender.
Aunque se está hablando del aspecto educativo, también se puede ver este ejemplo en lo económico-social; y es que es común escuchar, sobre todo en el país, la romantización del sufrimiento para poder establecer un buen nivel de vida. Al igual que ocurre con lo académico, se espera que, como la gran mayoría en México, los bienes sean adquiridos con base en el sufrimiento.
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