A nadie le sorprende que la industria petrolera ocupe el primer lugar a nivel mundial en contaminación ambiental; lo que sí provoca impacto es que la de la moda sea la segunda. La contaminación producida por esta industria tiene que ver principalmente con las aguas residuales que genera y la carga química que tienen; además de que las prendas en sí tardan mucho tiempo en descomponerse.
Según la Environmental Justice Foundation, para fabricar un par de jeans se necesita un kilo de algodón, lo que implica a su vez entre 10 y 17 mil litros de agua.
El agua
Según el portal Residuos profesional, “se necesita mucha agua para producir textiles, además de tierra para cultivar algodón y otras fibras. Se calcula que esta industria utilizó 79 mil millones de metros cúbicos de agua en 2015, mientras que las necesidades de toda la economía de la UE ascendieron a 266 mil millones de metros cúbicos en 2017. Para fabricar una sola camiseta de algodón se necesitan, según estimaciones, 2 mil 700 litros de agua dulce, suficientes para satisfacer las necesidades de agua potable de una persona durante dos años y medio”.
También se menciona que “el lavado de ropa sintética representa el 35 por ciento de los micro plásticos primarios liberados en el medio ambiente. Una sola carga de ropa de poliéster puede descargar 700 mil fibras de micro plástico que pueden terminar en la cadena alimenticia”.
Fast fashion
Provoca que se introduzcan al mercado colecciones de ropa en tendencia por muy poco tiempo.
¿Por qué las personas la compran? Bueno, son varias las razones. Por ejemplo, las marcas de fast fashion como SHEIN, C&A o H&M, entre otras, manejan tallas grandes que no se encuentran en otras tiendas de ropa de mejor calidad y “a la moda”. Esto conduce al punto número dos: los tianguis o las fayucas, sí tienen ropa de tallas grandes, pero al ser únicas prendas son muy solicitadas; incluso las compran personas delgadas para ajustarlas. Y hablando de los tianguis, en los últimos años, como una forma de frenar la contaminación por esta industria, se volvió tendencia comprar ropa de segunda mano; lo malo es que los “bazares” han incrementado los precios de las prendas y ahora, algunas veces, comprar una pieza de segunda mano cuesta lo mismo que comprar una nueva en alguna de las tiendas antes mencionadas.
Además está el papel de las redes sociales donde se promueve consumir prendas de moda que solamente durarán en tendencia muy poco tiempo.
Lo recomendable es comprar prendas básicas atemporales a las que se les vaya a dar un buen uso y dejar de lado, lo más que se pueda, el fast fashion que, como su nombre lo dice, consiste en ropa de temporada o tendencias muy cortas que no se usan mucho tiempo. Además, hay que tomar en cuenta que entre más ropa se tiene más se lava y por lo tanto más agua se contamina con detergentes y productos de limpieza.
Condiciones de elaboración
Lo cierto es que basta con mirar la etiqueta de elaboración para conocer el origen de las prendas que se compran (Bangladés, India, Vietnam, Pakistán o China), pero rara vez se indaga en las historias que hay detrás de la confección. Por ejemplo, cuando se entra a una tienda de fast fashion es común encontrar camisetas con diseño en 60 pesos, ¿qué parte de ese costo se está destinando a los trabajadores que la hicieron?
En un reportaje del portal XLSemanal se menciona la visita a una fábrica que produce para C&A Y H&M. Al interior se encuentran más de 60 filas, con algunas 2000 mujeres, inclinadas en sus bancos cosiendo en una máquina: producen 18 millones de prendas al año. Sobre cada puesto de costura hay una luz: verde si van al ritmo esperado y naranja si se están atrasando. Los horarios de las mujeres son de entre 8 y 10 horas diarias, 6 días a la semana y con un sueldo de un euro la hora.
Buscando formas de limpiar la industria
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) menciona en un reporte que las empresas, gracias a los consumidores, cada vez están más consientes del problema y lo admiten. De cierta forma se está comenzando a ver la sustentabilidad como un negocio; igual que ocurre con la responsabilidad social o ambiental. En ese reporte se hace referencia a la tercera reunión del Kerenzerberg Future Forum for Sustainable and Ethical Fashion, donde más de 70 profesionales de la industria de la moda se reunieron en Suiza para explorar formas de hacer que el comercio sea más sostenible.
Siguiendo con el hilo del reportaje de XLSemanal, las mujeres quisieran ganar cinco o diez dólares más a la semana para poder mandar a sus hijos a la escuela, comprar mejor comida y dejar de usar el transporte publico que está en muy mal estado. ¿Por qué no subir un poco los precios de los productos? Se habla de que producir cada prenda cuesta centavos de dólar y si el salario de las y los obreros subiera, el consumidor no lo resentiría.
La buena noticia es que empresas como C&A, H&M, Tchibo y Zara, que antes se excusaban en que las fabricas no les pertenecían, ahora buscan que se paguen salarios dignos y asumirán los costos reflejados en sus productos. La organización que han creado se llama ACT y sus siglas significan Acción, Colaboración y Transformación. Hasta ahora las empresas fabrican sus productos en lugares donde evidentemente la mano de obra es muy barata, por lo que se busca cambiar eso.
Como se ha estado diciendo entre líneas, lo ideal sería comprar solamente las prendas necesarias; y es que no es un secreto que cuando las personas están comprando se sienten felices, pero la realidad es que esa sensación de bienestar dura muy poco y en sí algunas compras no aportan un cambio significativo. También se opta por extender la vida útil de las prendas, por ejemplo, no lavándoles tan seguido, ni con productos muy abrasivos. Y por último, no está de más investigar de donde viene la ropa que se compra.
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