Es usual la preferencia entre juguetes que “claramente” son de niño o niña. Así pues, dentro de esta dualidad, los juguetes que son femeninos tienen que ver con la belleza, los cuidados del hogar, la comida, los bebés; mientras que los que son para varones se venden como más rudos y tienen relación con el deporte, la acción, la construcción y la violencia. Esta situación da origen al término “juguetes sexistas”.
Además, es importante ver a los niños como dueños de sus decisiones y no sólo como consumidores pasivos o receptores de estereotipos. Son los juguetes los que se tienen que adaptar a los niños, no viceversa. Los niños deberían sentirse libres a la hora de jugar. El juego es tan importante porque cuando los niños juegan, aparte de entretenerse y pasar el tiempo, se desarrollan.
Al igual que con muchos otros aspectos, son los adultos los que ponen género a los juguetes. Los niños, por sí mismos, no juzgan ni encasillan las cosas en masculinas o femeninas. Somos los adultos los que hacemos que los ellos prefieran unos por encima de otros porque creemos que se acomodan más a lo que son.
Y es que, si nos ponemos a analizar, incluso desde el empaque, los juguetes son encasillados. Todo esto perpetúa una educación sexista basada en lo que, socialmente hablando, un niño y una niña deberían hacer.
COCINA Y MATERNIDAD, VIOLENCIA Y ACCIÓN
Nada tiene de malo que una niña juegue a maternar bebés o hacer la comida: el problema está cuando desde niña se le invita a que solamente juegue con eso. ¿Por qué las niñas no pueden coger un estuche de herramientas y jugar a que construyen una casa?
Seguir creyendo que los juguetes tienen género solamente promueve la desigualdad porque si los juegos femeninos se perciben como débiles o frágiles, ¿cómo se esperará que se dejen atrás frases como “juegas como unas niña” y el desprecio que estas implican?
Además, ¿por qué alejar a los niños de lo que les llama la atención? Y es que, aunque se trate de “sólo juguetes” indirectamente se le está diciendo a los niños que sus intereses deben estar delimitados por su género. De cierta forma se corta la espontaneidad del juego porque puede suceder que, por ejemplo, cuando un niño siente la curiosidad de jugar con Barbies sea sancionado.
LA PUBLICIDAD
No es ningún secreto que por desgracia la publicidad perpetúa los estereotipos de género. Quizás algunos de los ejemplos más claros, dejando poquito a un lado a los niños, son los típicos anuncios que al vender los productos masculinos lo hacen impregnados de aventura, fuerza, poder; mientras que los femeninos tienen tintes de delicadeza, vanidad y “feminidad”. Aun así, las marcas buscan reinventarse y adaptarse a la sociedad.
Recientemente se ha visto que la marca de muñecos bebés Baby Alive ha cambiado sus empaques y ahora en lugar de mostrar exclusivamente a niñas cargando bebés, muestra a varoncitos jugando a ser padres. Podría pasar solamente como una imagen, pero esto representa que se está a un paso menos de eliminar estos estereotipos que se imponen a los niños desde pequeños.
SIN ESTEREOTIPOS DESDE LA CUNA
Para poder olvidar los prejuicios es necesario entender que los juguetes no tienen género; así que los nenucos no son exclusivamente para las niñas, ni las herramientas para los niños. No hay necesidad de limitar su curiosidad y sus ganas de probar cosas nuevas sólo por el argumento de que no corresponde a su género. Todos los juguetes pueden ser para niños y niñas. En todo caso, lo importante es buscar uno que corresponda a la etapa de desarrollo en la que los niños se encuentran.
JUGUETES LIBRES DE GÉNERO
Son juguetes clasificados por su temática, y no por el género respectivamente, un ejemplo de esto es la campaña inglesa Let Toys Be Toys. Se trata de productos que no hacen distinción y están libres de publicidad que los limite, pues todo gira en torno a la función del juguete y lo que pueda aportar para el desarrollo del niño. A resumidas cuentas, se pretende que tanto niñas como niños tengan acceso a todos los juguetes.
ENTONCES, ¿CÓMO EVITAR LOS JUGUETES SEXISTAS?
Es complicado tratar de aplicarlo cuando se trata, por ejemplo, de una fiesta infantil ¿Cómo sabemos si los padres no se ofenderán? Lo ideal es irse por juguetes que sean “neutros”, como los sets de construcción con plastilina o los juegos de mesa; luego, con un poco más de confianza, quizá regalar los juguetes que el niño quiera sin importar los colores de su caja o su características. Igual deberíamos empezar a cuestionarnos si los juguetes violentos deberían ser una opción para cualquier menor de edad.
En cuanto a los niños propios o más cercanos, es importante dejar que ellos escojan libremente con lo que quieren jugar: una Barbie no vuelve niña a un niño y viceversa con un carrito. De cierta forma el juego es la razón de ser de la infancia, limitarlo es limitar también al niño.
Algunas marcas están tratando de dejar atrás los estereotipos de género, como hizo Barbie cuando comenzó a sacar muñecas de otras complexiones y tonos de piel, así que en lugar de satanizarlos o juzgarlos como erróneos, hay que aprovechar el impacto de la publicidad en la sociedad.
“En la cultura patriarcal siguen perviviendo estereotipos de género que describen las características y roles que “corresponden” a mujeres y hombres. Así, se vincula a los hombres con independencia, dominación y fuerza, mientras que a las mujeres se las asocia con dependencia, pasividad y debilidad. Del mismo modo, desde los estereotipos descriptivos se vincula a los hombres con el espacio público y con el poder mientras que a las mujeres se las vincula con el ámbito privado, la maternidad y el cuidado”.
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