Leonardo Padura: literatura bordada de cubanidad
Entrevista

Leonardo Padura: literatura bordada de cubanidad

Está en Torreón pero a primera vista se le percibe un hálito caribeño. Y es que el escritor Leonardo Padura fue labrado con toques intensos de cubanidad. Un barrio de la periferia de La Habana le selló su condición distintiva que lo individualiza de lo universal. Antes que humano, Padura fácilmente se definiría como cubano.

Dejó momentáneamente la atmósfera de la isla para trasladarse al desierto árido de La Laguna, en su equipaje exportó la experiencia de su última novela Como polvo en el viento, libro que escribiera con las vísceras para reflejar la historia de toda una generación, de la suya, esa que creció a la par de la Revolución cubana.

Leonardo Padura reconstruye a La Habana evocándola desde su literatura. El hombre que ama su tierra escribe ficción pero sus letras responden a una realidad. “Cuando escribo digo lo que pienso y creo sobre Cuba”. Todo lo que teclea Leonardo empieza y termina en la isla. Su sentido de pertenencia está latente en cada pasada de página, que no sólo es perceptible en su última producción, sino en todo su corpus literario. El mismo autor lo ha sentenciado: necesita de Cuba para escribir.

En los 90’s, el escritor sufrió la hecatombe de una de las crisis económicas más severas nombrada como Periodo especial en tiempos de paz, momento que detonó en un éxodo masivo. El hecho, Padura lo retoma para tensar la trama de Como polvo en el viento. Su objetivo era llegar al alma de los lectores y el rebote es satisfactorio. Su propuesta literaria encuentra eco porque su narrativa se universaliza. "Es una novela coral, un canto a la amistad, a la lealtad, a la permanencia".

Padura expone una época de Cuba a través de las vivencias de un grupo de amigos autodenominado el Clan, la historia contemporánea de un país que lo ha resistido todo. Los personajes viven el exilio con distintos matices pero comparten un común denominador: el sentimiento de pertenecer a una ciudad que se vaticina al borde del colapso.

Catalogada por los críticos como la novela de la diáspora cubana, la trama resulta un eco de las voces que se autoimpusieron el destierro porque encararon un abismo de incertidumbre, en el que visualizaron que su realización como seres humanos pendía de un hilo.

Sin mencionar los nombres del régimen durante las 669 páginas que componen su obra, el autor, más que un repaso por la historia, ofrece un retrato humano en suma conmovedor que nos muestra las fibras más sensibles de su Cuba.

Luego de impartir un taller intensivo sobre cómo escribir una novela en el Instituto de Música de Torreón, el multipremiado escritor accede a dialogar con Siglo Nuevo. Propone que la charla sea en el exterior, manifiesta el deseo de un cigarrillo. Al salir se coloca unas gafas de sol. Escucha la primera pregunta, enciende el tabaco, da una primera bocanada y luego, sin darse cuenta, deja que este se consuma entre sus dedos, así, como polvo en el viento...

Nos entregas una novela que resulta un eco de las voces de tu generación, esa que creció a la par de la Revolución…

Sí. Es una novela de carácter coral en la que distintos personajes desde sus experiencias de vida y de permanencia de exilio, construyen una historia, que de cierta forma es la historia de mi generación con su desencanto, sus logros, sus excepciones, sus fracasos y trata de ser una novela, como lo he dicho, muy visceral, en el sentido de que más que una novela de tesis, es una novela de sentimientos y esos sentimientos están reflejados sobre todo en el carácter de diversos personajes que viven las experiencias de su vida en Cuba, o de su vida fuera de Cuba, de una manera que pretendo sean abarcadoras con respecto a las distintas experiencias que han existido.

Es la historia del grupo de amigos autonombrado el Clan, el microuniverso del que hechas mano para reflejar y explicar todo el Universo que es Cuba. ¿Son personajes inspirados en gente cercana a ti?

Sí, son personajes de ficción, pero están inspirados en personas que he oído, en personas que conozco y en experiencias que he vivido yo mismo. A veces se habla de miedo, a veces de incertidumbre en el exilio, de perdidas, de ganancias y trato de reunir las maneras de ver la vida por gente que ha estado muy cerca de mí, o que han estado muy dentro de mí. El novelista no puede vivir la vida de todos sus personajes, pero tiene que intentar acercarse a la vida de muchos personajes a través de las experiencias personales y las experiencias colectivas que va reuniendo.

Todos los personajes, con sus matices, poseen un alto sentido de pertenencia, ¿qué tanto de ellos habita en Padura?

Cada uno de esos personajes tiene algo de mí. Hay un personaje: Clara, que es el personaje que permanece y que es el centro de ese grupo por el cual siento una gran afinidad, igual por el personaje de Irving, este hombre que se va de Cuba y nunca se va de Cuba y siempre está buscando el sitio de la felicidad, que creo es una aspiración universal que tenemos todos. Son, tal vez, los dos personajes a los que me siento más cercano.

El desgaste de la relación entre los del Clan lo ligas al momento histórico llamado Periodo Especial, ¿Por qué tensar la historia de tu novela en ese contexto?

Porque es el contexto de madurez de esa generación, es una generación que nace a finales de los 50´s, principios de los 60’s. Es mi generación yo nací en el año 55 y es el momento en el que llegamos a nuestra madurez intelectual, creativa, de todas las potencialidades, de lo que habíamos aprendido, de lo que habíamos vivido y de pronto, esa imagen de un mundo que habíamos creado se derrumba, se deshace, y quedamos en una total incertidumbre. Quedamos en un túnel que no se sabía si tenía salida, no es que hubiera una salida al final del túnel, es que no se sabía si la tenía. Por eso, ese momento me parece tan apropiado para poder desarrollar esta historia, que además ocurre así, en este tiempo, un momento de una diáspora mayor de gente de mi generación, gente que nunca incluso había pensado el irse de Cuba y que la situación económica, social, política los decanta por el exilio.

¿Qué fue lo más complejo de la construcción de tu novela?

Los personajes protagonistas femeninos. Las mujeres fueron muy difíciles de crear, son tres caracteres distintos, muy fuertes, muy complejos. Sobre todo el personaje de Elisa, porque Elisa es un personaje que nunca se sabe realmente qué piensa, y yo a veces, incluso tenía dudas de qué cosa pensaba Elisa, ella tiene un juego con la verdad y con la mentira, con la realidad y con una ficción que se crea para protegerse. Y Clara con ese espíritu de madre. Clara es la madre y esa es una pertenencia, una experiencia que es muy femenina y poder entrar en esa alma femenina fue complicado.

¿Qué representa para ti la isla como origen literario?

Es mi cultura. La isla es mi contexto, mi lengua, mi experiencia, mi forma de entender la vida, yo soy un cubano total, soy un escritor cubano, que además ha decidido vivir en Cuba. Desde hace unos años tengo la ciudadanía española, y en algún momento me han preguntado, ‘¿tienes doble nacionalidad?’. Y contesto: ‘no, tengo doble ciudadanía, la ciudadanía es un concepto jurídico, nacionalidad tengo una sola: la cubana. Soy un cubano’.

Los medios de comunicación han definido a Como polvo en el viento como la novela de la diáspora cubana, pero...¿Cómo la definiría Leonardo?

De la diáspora y de la pertenencia, y de la permanencia también, creo que son elementos que se conjugan, porque, incluso, personajes que están fuera de la isla siguen perteneciendo, y siguen permaneciendo. Asimismo es una novela de amistad, es una novela sobre las fidelidades que se establecen a lo largo de los años. Para mí es un concepto muy importante y que sufro mucho cuando veo que por la distancia, a veces, también por maneras de entender la política se ve afectada y por eso quise hacer este canto a la amistad.

¿Cómo percibe al exilio contemporáneo, desde adentro y desde afuera?

El exilio siempre es dramático. Tal vez en estos momentos el exilio cubano sea menos dramático, en el sentido de que hay personas que salen y pueden regresar en un tiempo relativamente breve. Hubo un momento en el que se salía de Cuba de manera definitiva y eso lo hacía mucho más dramático, creo que hoy es menos complicado, aunque presiento que en los próximos meses habrá una diáspora bastante nutrida, las condiciones sociales, políticas de Cuba están indicando que en cuanto la gente pueda encuentre los caminos, la pandemia ha cerrado mucho esos caminos, pero encontrarán alguno y continuará esa diáspora.

Escribes “(…) de una isla de la que aquellos exiliados renegaban las veinticuatro horas del día pero de la que a la vez no querían (o no podían) desprenderse”. Usted nunca se ha ido de Cuba, pero se presentó en algún momento de su vida la idea, más que de querer, de que tenía que irse.

No. He tenido por supuesto el deseo, he ido a muchos lugares que digo ‘me gustaría vivir en este lugar’, pero nada, es un deseo normal, de un lugar que te es atractivo, que tiene una belleza, que tiene unas condiciones. Pero sé que mi lugar está en Cuba, es donde yo escribo, donde me nutro de las historias de las que escribo, de las que oigo, el lenguaje en que escribo y en donde soy la persona que soy.

¿Qué papel juega la esperanza en el contexto cubano?

Un papel muy importante. En estos momentos en Cuba hay una falta grande de esperanza y siento que si no se restituye, difícilmente podremos avanzar para que la gente pueda encontrar un espacio de satisfacción vital, existencial. Todas las personas aspiran a la felicidad, a veces con formas que pueden parecer un poco vulgares, con formas materiales, pero creo que la aspiración a la felicidad es una condición humana que nos mueve y tener la esperanza de la felicidad es muy importante. Por eso es necesario encontrar maneras de restituir esa esperanza, que en estos momentos la veo bastante deteriorada.

Identifico en escritores cubanos la necesidad de escribir desde la honestidad, incluso con una nostalgia obsesiva. En su caso, ¿qué es lo que busca reflejar en su literatura?

Trato de reflejar a Cuba, y la experiencia de mi generación. Soy un escritor muy generacional, todas mi novelas de Mario Conde tiene ese cejo generacional, La novela de mi vida la tiene, Como polvo en el viento es evidente que lo tiene y trato de hacer una crónica de lo que ha sido la vida de la Cuba contemporánea desde esa perspectiva de una generación que creció dentro de un periodo revolucionario y que atravesó por distintas etapas de ese momento hasta llegar a esta actualidad un poco difícil, confusa, incluso difusa que estamos viviendo. He escrito sobre esa experiencia y seguiré escribiendo sobre ello.

¿Qué nos ha pasado?” Se preguntan algunos personajes durante la novela, qué es lo que engloba, más allá de lo evidente, esta cuestión…

¿Qué nos ha pasado? Yo creo que tiene muchas respuestas, pero tiene una fundamental y es que hemos perdido la ilusión, hemos perdido muchas esperanzas, hemos perdido un combate histórico por una utopía que no se ha concretado. En mi caso, tengo la suerte de que a través de mi trabajo he podido realizarme, pero veo a muchas personas a mi alrededor que no lo han logrado, que tienen una vida muy complicada, una vida cotidiana muy difícil en las que hay carencias de todo tipo. ¿Qué nos ha pasado? Lo que nos ha pasado es que perdimos en una lucha histórica.

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