Es posible que parezca natural todo lo que rodea a Dorian Wood y lo dota de una identidad reconocible. La lucha contra la discriminación de los migrantes, personas LGBT+ y cualquier tipo de rechazo injusto, es la piedra angular de su discurso artístico. En su persona confluyen estos temas desde la experiencia más vívida. Hoy aborda estos temas con su voz y presencia.
Dorian Wood es un artista con base en Los Ángeles, hijo de emigrantes costarricenses y nicaragüenses, y a la vez de género no binario. Parece haber sido tocado por la herencia musical de su abuelo, el pianista de jazz Calasanz Álvarez, pero más importante aún, posee una sensibilidad artística manifestada de forma multidisciplinaria. Su trabajo, como su misma identidad, no pertenece a un lugar específico, sino a una naturaleza más global y de expresión diversa.
El trabajo de Wood gira en torno a disciplinas como la música y las artes visuales, participando en videoinstalaciones exhibidas en exposiciones internacionales, donde ilustra el cuerpo desde una perspectiva extraña y grotesca, que hace ver los prejuicios en los que se ha encacillado a esta extensión de nuestra existencia. Su música puede tomar una forma clásica y de folklore, pero también se adorna con matices disonantes y experimentales, al punto de llegar a ritmos casi ritualísticos. Tal como su visión de la vida y el mundo, sus creaciones exploran vertientes que rechazan lo tradicional.
Las condiciones dictadas por la pandemia hacen que su encuentro con Siglo Nuevo sea mediado por las pantallas, pero a la vez hace posible conversar con Wood a pesar de la distancia de casi dos mil kilómetros. Aunque sea en un solo encuadre de cámara, se puede apreciar un poco del espacio más personal que lo rodea, y que ve nacer sus más recientes ideas.
¿Ha cambiado tu ritmo de actividad artística con la pandemia?
Quizá sea menos actividad de la que yo desearía, conciertos y giras, pero me siento muy afortunade de que sí me he mantenido ocupade en varios proyectos que requieren cierto tipo de proceso casi meditativo.
Estabas en constante e intensa actividad. ¿Ha cambiado esta nueva realidad tu modo de escribir?
Si vemos a lo que está a nuestro alrededor, creo que es importante analizar y reconocer el cambio y cómo ya hemos cambiado nosotres. En cuanto al proceso creativo, hay cosas que están justo como las hacía, pero requieren otro tipo de enfoque que quizá no tenía presente antes, en momentos de constante movimiento físico y psicológico. Creo que este tiempo para mí ha sido de mucha reflexión, pero también de apreciar lo que une tiene.
Es importante valorarlo porque significa navegar un mundo entre lo que es la meditación y el pánico, y encontrar un balance entre uno y otro. Lo que me ha ayudado es practicar el agradecimiento de las cosas, por más que quizá sean contradictorias en el momento, por más que la depresión sea tan dominante.
¿Tu nombre es una extensión de tu proyecto? ¿Utilizas un personaje para tus proyectos?
Dorian Wood no es un nombre muy latino, ¿verdad? (Se ríe con fuerza) Dorian Wood es mi nombre de nacimiento. Mis padres son de Costa Rica, pero mi abuelo paterno era de los Estados Unidos, y él se casó con una mujer costarricense. De allí saqué el apellido Wood. En cuanto a Dorian, a mi tía que en paz descanse, le otorgaron el poder para elegir un nombre para mí, abrió un libro y al azar puso el dedo. De allí viene mi nombre.
Y claro, es interesante porque me da una perspectiva en la vida, de no sentir que permanezco en ninguna comunidad específica. Los términos como queer y latine, son términos que aplico a lo que es mi identidad, pero no me definen como persona. Son rasgos de lo que soy yo.
Yo soy no binarie, queer, latine, de padres inmigrantes y persona gorda. Son características que nos dan un empoderamiento, pero es importante para mí no caer en una jaula de identidades. Al ir a ese extremo, une se pierde como individuo.
Para mí el tener un nombre que se percibe tan distante a la persona que parezco ser, comprueba eso mucho más. Cuando fui al colegio en Costa Rica después que mis padres se separaran, me costaba hablar español y era muy afeminade. Los alumnos se burlaban mucho de mí y me decían “gringo regalado”. Todo es un síntoma de la necesidad de aferrarse a la tradición, al nacionalismo, a identidades populares, al sistema binario, y para mí ha sido a la vez un regalo y un reto tener que navegar en esta vida de esta manera.
Tenemos nuestra trayectoria específica. Cuando hablamos de pureza, del ser correcto, para mí esos son diálogos tóxicos y sólo sirven para aislarnos. Por más que se utilizan para desafiar y pelear contra el racismo, contra el fascismo, a la vez pueden tomar rasgos parecidos por ser tan extremos. Creo que el mundo es más complejo que eso, y perdemos tantísimo cuando no apreciamos a las personas como son, en su complejidad, en lo colorido que son sus vidas, en cómo se expresan. No es todo blanco y negro, no es un mundo del bien y el mal, es más bien, como decimos en Costa Rica, de “sambrote”.
Dorian aclara que un sambrote es una mezcla de todo. Como su propia vida, que reune identidades y luchas, cada persona puede verse interpelada por un sinfín de características y modos de supervivencia. El carácter de Wood está marcado por este terreno de constante convulsión y por una rebeldía que le acompaña en su cotidianidad, pero también sale a flote un carácter afable, que intenta ver razones para agradecer.
Al ver tu performance, los temas pueden parecer bastante claros. Pero siempre estás tratando de sembrar la duda e incidir de esta forma en el público, ¿este componente es importante para ti?
Creo que es más que todo, demostrarme a mí misme que, al igual que todas las personas en el mundo, no tengo todas las respuestas ni las soluciones. Y no quiero pretender tenerlas. Lo bonito de la vida es una cierta incertidumbre. Lo que llama el catolicismo “fe”, para mí es encontrar un poco de misticismo en lo que uno no conoce, y aprender a crecer en ese tipo de curiosidad. Al desmostar esto en mi música, muestro un reflejo de que yo quiero vivir mi vida. No quiero asumir la responsabilidad de ofrecer respuestas definitivas, sino demostrar una perspectiva abierta que va mutando. Es eso lo que le da un sabor necesario a la vida. Además, he aprendido que no debemos confiar en nadie que diga tener todas las respuestas del mundo.
Utilizas disonancias al estilo de Glenn Branca y otro tipo de sonidos “amusicales” ¿La elección del tipo de música con la que juegas, tiene que ver con tu cosmovisión?
Quizás un poco, pero regresando a lo que estábamos hablando, es más bien apreciar que la vida puede ser unificación de todos nuestros gustos y que a veces no hay que sobre-explicarlos. Tal vez hay algo de misticismo en eso, pero tiene más que ver con apreciar a cada persona que colabora conmigo y lo que puede aportar. No le presto demasiada atención a cómo va a ser apreciado lo que hago, sino que me dejo llevar por la intuición.
Hay un cierto elitismo en afirmar que hay que tener un plan específico y una estética establecida. Yo no sé quién es la persona que se encarga de esa ley. Para mí no existe, porque le tengo demasiada curiosidad a la vida para tener que aferrarme a una doctrina.
Wood expresa con libertad su modo de ver el arte, que se aleja de la concepción occidental y tradicional: a la distancia y en silencio. Los planes, los significados, son vistos por él como aprisionantes y elitistas, quizá porque es visible la facilidad con que todo se conjuga en sus obras.
Yo no creo que es una situación donde yo doy un concierto, llega la gente a ver y al terminar todos se van a casa. Es algo más. Para mí crear es algo colaborativo, compartir un calor y una intensidad emocional, y entregar nuestros traumas, amores y pasiones, crear un momento que no se puede replicar. La humanidad me sorprende de manera negativa o positiva, pero nunca me aburre.
Imagino que te llevas sorpresas de personas que no esperabas que te siguieran.
Sí, bastante. Une no sabe cómo va a impactar a otra persona. No tengo ese control y es bonito. Ha habido veces que hay personas conservadoras, ha habido policías, defensores de la ley y de la opresión que sin embargo encuentran algo qué admirar en lo que hago, aunque sea transgresor. Pero quién soy yo para decir “tú no puedes impactarte, tú no lo entiendes”. Yo no he vivido la vida de esa persona, no conozco su complejidad.
Sigo siendo completamente antipolicía y antigobierno, pero reconozco que hay que convivir en este mundo. Jamás quiero ser la persona que se aísla del mundo porque hay demasiada maldad.
Haces uso de cierta incomodidad en tu obra, por ejemplo para tu video Simulacro en el que colaboraste con Héctor Ortega. ¿Qué tanto estás influenciado por productos que son “agresivos” con el espectador?
Esa colaboración fue un sueño porque nos permitió dialogar sobre cosas que ya percibíamos antes en cada une. Había sido fan y me encanta lo que hace él. Viene todo de una sensibilidad de amor. Expresamos una perspectiva personal que merece ser oída. El diálogo viene o no viene, pero merecemos traer esta perspectiva a la luz.
La canción Simulacro la escribí pensando en los videos de procesiones de Semana Santa, donde las imágenes religiosas se caen y se rompen, y las personas se espantan. Que tengan ese tipo de pánico, sabiendo que esas personas suelen odiar a las personas transgénero, los migrantes, las personas de piel oscura, que llevan un odio, un prejuicio enorme, y sin embargo se les cae una figura de cerámica y pintura barata, y sienten que se van a morir.
Es importante mostrar lo contradictorio que es llevar las prácticas de amor de Jesucristo, llevan un desprecio tan profundo a quienes necesitan mucho más amor y compasión en este mundo. Invierten este tipo de fanatismo y ceguera emocional que contradice las leyes cristianas.
“Cerámica y pintura barata. Traga luz, traga pasta, traga ten piedad. Simulacro, vida pulcra”, reza la canción de Simulacro, con una reververación en la voz que la hace sonar dentro de un templo. No es la única ocasión en que Dorian Wood muestra un lado transgresor. En sus portadas aparece con una marca ensangrentada en la frente, y su video de La cara infinita, ha sido censurado por la inclusión de desnudos y comportamientos sexuales performáticos.
Has mencionado que, sabiendo que había personas del partido de extrema derecha español en tu concierto, les hablaste directamente para incomodarlos.
Mi mamá me enseñó desde muy temprana edad que “no hay que quedarse con la boca callada”. Eso me ha impactado en la vida. Pero es cosa de analizar, ¿qué es más fuerte, los reclamos que les hago yo a esos fachas de mierda en el público o el mensaje que transmiten ellos a diario sobre personas como yo?, literalmente a millones de personas en el mundo. ¿Qué causa más escándalo, qué causa más incomodidad?
Específicamente fue en un concierto que hice en Madrird en febrero del 2020, uno de los últimos que pude hacer. Me habían dicho que había personas de la extrema derecha, y el concierto lo cerré con una canción que se llama Paloma Barreto, basada en una mujer trans migrante que venía de Brasil y la asesinaron en España. Sabía que asistía esta gente, y con esta canción decidí reclamar especialmente a los partidos de España y a la Iglesia Católica, que son responsables de la muerte de Paloma Barreto, y son responsables de que exista este odio público. Son responsables. La sangre la llevan en sus manos. A todes en el público les invité a que cantaran, otros se fueron. Pensé: “váyanse, yo no los quiero aquí. Y que sepan que llevan eso en mi corazón”.
Al final del concierto fueron a felicitarme algunas personas que supe luego eran del partido de derecha. Si hubiera sabido en ese momento, no hubiera sido respetuoso con esas personas, no les hubiera otorgado nada de respeto porque no lo merecen. Esa es mi perspectiva.
A la vez que uno intenta reconocer la complejidad de este mundo, hay ciertos sistemas políticos que fuerzan a que actuemos de una manera transgresora a diario. Y es extenuante tener que estar constantemente en un aire de desafío. Porque es casi imposible salir a la calle sin tener que pensar en cómo me está agrediendo este mundo. Es injusto.
Estamos teniendo en el mundo una serie de conversaciones que nunca se han tenido. Para mí es una gran esperanza, pero estamos también sintiendo una resistencia muy grande. Están atacándonos con todo lo que tienen, porque no les queda más. No tienen la razón, no tienen la lógica ni la inteligencia. Solamente tienen reacción y violencia. Entonces que vengan a mis conciertos, les digo las cinco verdades en la cara, que me den mi dinerito y a la mierda, que se vayan.
¿Es por el cansancio del que hablas, que has cambiado de estilo de música? Por ejemplo, con la apropiación de algunas canciones populares.
Yo creo que lo que hago con esa apropiación es lo más tradicional y menos transgresor que he hecho. La música folklórica tradicionalmente se ha reconocido que va mutando, y todo lo que son estos cantos son muy diferentes ahora. Es exactamente lo que estoy haciendo yo, reflejando los tiempos que vivimos con estos cambios. Tengo derecho a tomar cualquier canción, al igual que cualquier otra persona, y cambiarla. Eso es la música popular.
Cuando une hace su propia música al público, uno puede adueñarse del origen, pero cuando llega a las demás personas, une pierde el control de sus alcances.
Existe una especie de sensibilidad respecto a temas que las sociedades y los medios están trabajando desde hace tiempo (la diversidad sexual, el feminismo, etcétera). ¿Esto te ha ayudado u obstaculizado?
Yo solamente lo veo como expresar el derecho a vivir, y eso trasciende cualquier era en que estemos viviendo, y siempre lo va a hacer. Los medios han apropiado nuestro sufrimiento.
¿Crees que el ambiente de corrección política está ocultando los verdaderos problemas?
Todo tiene su matiz, pero es importante tomar oportunidades de expresar la complejidad de las situaciones y reconocer que por más que exista ese ambiente, no se ha establecido un reconocimiento ni una intención de reparación suficiente. Que exista lenguaje inclusivo y noticias sobre lo que ocurre, no quiere decir que existan soluciones ni que se presente un cambio real.
Dorian Wood no se queda en un sólo discurso, ya que, al igual que la tradición de todo arte transgresor, se ha envuelto en un utopismo como el que describe Joan Retallack: entre la esperanza y la desesperación. No se detuvo para hablar de temas como la explotación laboral o la tragedia que viven los familiares de personas desaparecidas, en un trauma que, en sus palabras, ha sido normalizado con su gran exposición.
Eres alguien con ideales firmes que se expresan con intensidad. Pero, ¿qué tan optimista eres en cuanto al mundo en que vivimos?
Soy muy optimista. Los cambios por los que hemos soñado y trabajado por mucho tiempo, se están manifestando. Por más que exista opresión, hay diálogos mundiales que nunca se han llevado a cabo en la historia. Lo estamos viviendo todo a más velocidad de lo que se ha acostumbrado en ninguna otra era. Es un gran peso que llevan este tipo de discursos, y estamos sintiendo un estrés y ansiedad para los que nunca nos han preparado. Hay mucho por procesar, pero también hay mucho por compartir.
Lo exigido durante muchos años se está tomando en serio. Estamos mirando estatuas que se derrumban y se remueven de sitios públicos. Personas indígenas que toman poder político. Personas transgénero que toman posiciones políticas. Los pronombres se están respetando y el lenguaje inclusivo es algo que lleva un enfoque nunca antes llevado en la historia. Estamos viendo mujeres en el poder. No podemos despreciar ni ignorar lo que se está logrando, y lo que los activistas han estado logrando durante ese tiempo, y el trabajo tan fuerte y esencial que están haciendo.
Soy muy optimista. Requiere de nosotres mirar a nuestros alrededores, a las personas en nuestra comunidad y ver cómo luchan a su manera. Puede venir una sociedad mejor en donde no tengamos que seguir con una lucha perpetua.
¿Qué es lo siguiente para el camino creativo de Dorian Wood?
Para mí el camino es el mismo, el mismo que he llevado siempre. Un camino de curiosidad, de intuición y de posibilidad. Dejarme llevar por eso, por las oportunidades para presentar mi trabajo de cualquier manera que se manifieste es un gran regalo. Sentirme afortunade y agradecide.
La voz de Dorian Wood es una que se acompaña de otras, que cada que tiene la ocasión de hablar, invita a las personas que se pueden identificar con su mensaje, las congrega para formar una voz infinita.
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