Portada: José Aidak Montoya. Ilustración por: Hessie Ortega
Mientras una generación de dictadores se mantiene en el poder y los conflictos armados son el distintivo nacional, una de las artistas plásticas más importantes de Nicaragua acrecienta su presencia dentro y fuera de las fronteras. Hija mayor de una familia danesa acogida en el país en los años veinte, Edith Gron labró una maravillosa existencia a golpe de cincel; tomó cualquier material que tuviera enfrente y le dio forma hasta obtener algo parecido a una verdadera vida, firme y con cimientos. Supo asimilar toda la identidad centroamericana y verter su pasión en una serie de bustos y esculturas que cruzaron fronteras que alguna vez se creyeron infranqueables.
Conmovedor y rico en imágenes, Aunque nada perdure es el relato de un éxodo que parecía casi imposible: desde el mar helado del norte de Europa hasta el trópico americano, toda la existencia de Edith será una lucha por sobrevivir. Como una metáfora de los terremotos, ella y su familia hallarán los medios para reconstruirse después de derrumbes, accidentes y enfermedades, en un país en plena efervescencia y en busca de su identidad.
José Adiak Montoya hila los sueños de una nación con los de una artista de trascendencia universal, que en la piedra encontró el soporte para hacer que la vida perdurara aunque fuera un poco más.
¿Buscabas desde un inicio reivindicar el nombre del personaje histórico por encima del ejercicio literario?
Bueno, más allá del ejercicio literario, más allá del hecho de haber escrito la novela, de que ya esté publicada, etcétera, y de lo que me costó como trabajo y ejercicio, creo que estoy satisfecho porque tengo una persona como tú hablándome de Edith Gron, y eso era precisamente lo que yo quería lograr con esta novela.
Rescatar del olvido donde había estado sumida por muchos años esta figura que me parece extraordinaria, fantástica, libresca, incluso una mujer cuya vida parece sacada de las páginas de un libro. Su estado natural era una novela constante y quería retratarla tal cual. Me siento satisfecho con el hecho que ahora mucha gente se pueda acercar a la vida de esta gran mujer y se asombre como me asombré yo al ir descubriendo su vida, todas las vicisitudes que pasó, el contexto histórico que vivió y, por supuesto, su trabajo artístico, el legado de ella como escultora.
Fotografía de pasaporte de Edith Grön. Foto: bio-nica.info
¿Se podría hablar también de la ironía de la migración? Hoy es de Latinoamérica a Europa, pero antes fue viceversa
Claro. Yo creo que de hecho dialoga bastante con nuestro tiempo, por diferentes razones, el de la migración tal vez una de los principales. Uno de los elementos de la Historia, historia con mayúscula, es precisamente cuando narra el siglo XX de Nicaragua y muestra los elementos cíclicos de la historia, todos estos procesos que se van repitiendo a lo largo de la historia humana, procesos armados, procesos sociales y ahí podemos encajar también los procesos migratorios.
Hace cien años que se dio esa migración danesa, cien años de la Primera Guerra Mundial, 75 del fin de la Segunda, conflictos que generaron una enorme migración de Europa hacia América, prácticamente un éxodo. La novela dialoga con el tema de la migración que ahora se ejerce desde Latinoamérica y desde África hacia Europa o Estados Unidos. Dialoga también con estos procesos armados llenos de personajes que ejercen el poder de manera perversa y que siguen vigentes; en mi país (Nicaragua) incluso sigue muy vigente el fantasma de la dictadura.
Habla también de la inclusión de la mujer…
Sí, por supuesto, en estos momentos en que hay un auge tan fantástico y que tiene que ser celebrado, de las mujeres en todas las disciplinas artísticas, es importante hablar de esta mujer que ejerció e irrumpió en esta barrera hace 50 o 60 años. Una mujer migrante enfrentada a muchos procesos sociales que sucedieron hace 80 o 100 años, pero que siguen pasando en la actualidad.
¿Se pueden leer dos relatos, como en una novela coral, la vida de una gran artista plástica y la historia contemporánea de Nicaragua?
Es totalmente acertado esto. Fue totalmente intencional, porque cuando cayó en mis manos la historia de esta mujer y yo descubrí en ella una vida extraordinaria, una historia individual fantástica por sí misma, que me parecía que pertenecía a la ficción, al mismo tiempo la historia estaba enclavada en un contexto histórico muchísimo más grande, que fue el siglo XX en Nicaragua. Cuando yo comparo los años, o las décadas que le tocó vivir a Edith, de 1923 a 1990 en Nicaragua, me da un rango enorme para hablar del país.
La Revolución contra la dictadura en Nicaragua triunfó el 19 de julio 1979. Foto: desinformemonos.org
Un periodo por demás agitado…
La historia nacional del siglo XX está llena de tantas cosas, tal vez el siglo más convulso de la historia de Nicaragua, y el rango de vida de Edith me permite dialogar con la historia. Por ejemplo, dialogar con la intervención norteamericana de los años 20, cuando ella llega a un país tomado militarmente por los Estados Unidos; luego la fundación y toda la dictadura de Anastasio Somoza que duró 43 años, la Revolución que revoca esa dictadura, luego la Guerra Civil de diez años que vino, y Edith muere semanas después de la derrota electoral del Frente Sandinista.
En toda esta historia han pasado dos terremotos que han destrozado la capital, es decir, es monumental en materia de sucesos para Nicaragua, y todo esto ocurre en el periodo de vida de Edith. Yo no podía dejar por fuera ese contexto histórico tan convulso como rico; contar la vida de Edith me daba también la pauta para contar la historia del siglo XX de mi país.
¿Te permitió la ficción humanizar el rostro de una artista cuyo registro era meramente historiográfico?
Ese fue tal vez el mayor reto que yo tuve al ser un personaje que está bastante oculto por la historia, porque a diferencia de lo que ocurre con muchos artistas que son reconocidos luego de que mueren, a ella le pasó lo contrario. Edith fue muy reconocida en vida y la muerte no sólo la sepultó literalmente, sino de manera figurativa. Yo tuve que hacer un trabajo arduo de investigación para tratar de contar quién había sido, humanamente, esa figura de la que sólo tenía algunos datos muy generales de su vida pública, un par de entrevistas y algunos testimonios de familiares.
Luego de dos años inmersos en la investigación, empecé a reconstruir este personaje, su humanidad, me di a la tarea de reinterpretar cómo ella pudo interpretar algunos eventos históricos, qué opiniones le pudieran haber merecido ciertos episodios de la historia del país, ahí es donde entra la ficción a trastocar un poco la realidad. Al final esto termina siendo una versión de quien pudo haber sido Edith, no quien realmente fue, porque no estoy haciendo un trabajo de rigor periodístico ni estoy haciendo una biografía perfecta, estoy novelando a un personaje, pero eso me da la pauta precisa para dialogar sobre lo que pudieron haber sido sus impresiones.
Foto: laprensa.com
¿De nueva cuenta la literatura como una herramienta masiva y romántica de la difusión histórica?
Estoy totalmente de acuerdo. En mi caso personal conozco más de historia o de los procesos históricos que me han interesado, y ha sido más por la literatura, que es un forma muchísimo más rica de acercarse a la historia que los libros de texto o los libros académicos. Un libro académico está lleno de fechas y de nombres de batallas, de unos señores que protagonizaron estas batallas, pero le hace falta este ímpetu humano de saber cuáles fueron las motivaciones, las tormentas internas de los personajes que vivieron esas batallas.
No sólo eso, sino que la literatura va más allá de un sentido histórico que te habla de los grandes nombres. En la literatura podemos hablar de los pequeños seres y de los individuos a los que afectan esos procesos, saber todo lo que desatan estas grandes decisiones en la historia, pasiones individuales, miedos, las consecuencias que padecieron de X o Y evento histórico.
Yo pienso que si nos acercamos con ese ímpetu tormentoso, humano, que nos puede generar una historia fantástica que nos haga de cierta forma sentirnos en el lugar, sentir que podemos realizar ese viaje en el tiempo que muchas veces nos brinda la ficción, es cierto que la literatura enseña la historia de manera más amable. Pienso que si alguien se acerca a este relato de Edith Gron, tendrá una forma de vivir y palpitar con ella la historia. Más allá de saber que la Revolución en Nicaragua triunfó el 19 de julio 1979, es estar presente. La literatura lo que hace es ponerte en el campo de batalla, en el hecho histórico viviendo el momento de la mano de los personajes que te están narrando la historia que estás leyendo.
Dejas muy claro el conflicto de identidad de un ADN danés tratando de tropicalizar sus emociones…
Sí, exactamente. Esta idea de lo danés quise verlo de esa forma, porque me pareció que ella pudo haberlo visto así. Que si bien es un origen que ella no recuerda porque responde a su infancia (ella llega a los seis años a Nicaragua), tiene esta memoria heredada a través de los padres, esa nostalgia ajena por un lugar del que ella no tiene muchos recuerdos. Pero en la primera infancia, cuando sus padres le entregan esa memoria que no es la suya, esta se integra a su ADN como si hubiese vivido esos momentos o como si recordara haberlos vivido.
Foto: laprensa.com
De cierta forma forja una identidad que siempre está en pugna. Es una novela que, irónicamente, habla de la búsqueda de identidad de Edith Gron, un personaje que a través de su trabajo artístico cincela la identidad nacional, a través de esta escultura de próceres, de grandes héroes, de poetas y grandes figuras. Ella lo pone en sólido, cuando la idea de la identidad en ella es algo en constante búsqueda. No sabe si es danesa cuando está en Nicaragua, o es nicaragüense cuando está en México, no sabe a dónde pertenece cuando está en Estados Unidos. Todas estas dualidades, estas sombras con las que ella navega por la vida en busca de la identidad, es curioso transportarlas al hecho de que esta personase encarga de poner sobre pedestales la identidad nacional.
¿Una novela para tiempos de pandemia?
Pienso que en este periodo de confinamiento, la literatura puede ser necesaria más que nunca. Hay un lugar que se habla con respecto a la literatura, que a través de los libros podemos viajar. A mi no me parece más acertado que en estas circunstancia en las que no podemos viajar físicamente, que estamos impedidos de hacer un viaje literal, abordar un avión, tomar una carretera, abrazar a nuestros amigos en la colonia vecina. Nos toca viajar a través de los libros, ya no como lugar común, sino como una realidad.
En este caso aspiro a anteponer el nombre de Edith Gron sobre el mío, viajar a través de la mirada de esta mujer fantástica
Comentarios