Tasa rosa
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Tasa rosa

El impuesto que pagan las mujeres por ser mujeres

Los productos y servicios destinados a las mujeres suelen ser más caros que los dirigidos a los hombres, aunque cubran las mismas necesidades. Está confirmado por estudios formales como la comparación de precios en México elaborada por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), que revela sobreprecios desde el 0.3 por ciento hasta el 17.2 por ciento, elevando el precio final en los artículos destinados al género femenino.

Este sobreprecio no tiene un fundamento legal, ni siquiera formal, es sólo una imposición de las marcas o de las empresas departamentales que suelen “regularse” por el libre mercado, por la oferta y la demanda, sin que el Estado intervenga a pesar de que en el caso mexicano la Ley Federal de Protección al Consumidor dedica un artículo que podría aplicarse.

La diferencia en precio suele equipararse y confundirse con la “tasa rosa” que significa un impuesto diseñado desde el gobierno, como ocurre en España o Francia, donde sí hay una diferenciación en el Impuesto al Valor Agregado (IVA) asignado a productos elaborados para satisfacer necesidades de higiene femeninas, como lo son toallas sanitarias, tampones, y preservativos, entre otros.

El impuesto rosa generó debates en España, incluso formó parte de los discursos de campaña de los partidos políticos. En el caso mexicano, hace dos años, diputados de Acción Nacional plantearon la iniciativa de reducir el IVA o establecer una tasa diferenciada a aquellos artículos destinados a la higiene femenina. La propuesta no fraguó.

GANAN MENOS, GASTAN MÁS

El Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP) de Argentina publicó en 2017 el informe especial Pink Tax: el impuesto que las mujeres pagan solo por ser mujeres, en el que afirma que “…es más caro comprar una máquina de afeitar rosa con la leyenda for woman que una máquina de afeitar azul o verde. Cuando el producto es el mismo esta diferencia de precio se explica sólo por el público al que está dirigido”.

Foto: Gettyimages

El impuesto rosa, se afirma en el documento, es invisible, aunque existe en todo el mundo. A pesar de la aseveración, acepta que no hay gran cantidad de estudios para América Latina, aunque sí para Estados Unidos de América, donde en diciembre de 2015 el Departamento de Asuntos para el Consumidor de Nueva York realizó el análisis de precios de género de 800 productos con versiones masculinas y femeninas “de más de 90 marcas que se comercializan en dos docenas de comercios minoristas (…) En promedio encontró que los productos para mujeres cuestan un siete por ciento más que los productos similares para hombres”.

Los juguetes y accesorios para niñas resultaron siete por ciento más caros; la ropa infantil cuatro por ciento más, y ocho por ciento más elevado en ropa para adultos; los productos de cuidado personal fueron 13 por ciento más costosos y los productos para el cuidado de la salud de los ancianos y del hogar ocho por ciento arriba del precio del mismo artículo destinado a hombres.

Estas diferencias de precios se suceden en un mundo donde además las mujeres están en peores condiciones en el sistema laboral. A nivel mundial, según estima la Organización Internacional del Trabajo (ILO por sus siglas en inglés), las mujeres ganan un 23 por ciento menos que los varones”, puntualiza la publicación.

¿Cómo explicar la decisión de los comercios de imponer un sobreprecio a los artículos femeninos? El Banco Mundial plantea una respuesta. La institución reveló que las mujeres representan alrededor del 70 por ciento de las decisiones de compra en el planeta en términos generales. De forma específica, cuando se refiere a la compra de muebles para el hogar, la decisión es casi del cien por ciento de las mujeres; para decidir sobre las vacaciones, es el 92 por ciento de ellas quienes tienen la última palabra, y en el caso de la vivienda, el 91 por ciento de la determinación les corresponde.

El que ellas participen de forma más activa en la toma de decisiones se debe, continúa el análisis del Banco Mundial, a que dedican el doble de horas que los hombres a las tareas domésticas y de cuidado, sin importar la situación laboral y el nivel de estudios. Si los ingresos económicos son superiores, aquellas actividades recaen en otras mujeres contratadas por la pareja pudiente.

Las mujeres se encargan de casi el cien por ciento de las compras relacionadas con el hogar. Foto: Rawpixel

ROSA PARA LAS NIÑAS, AZUL...

El año pasado, la Profeco realizó la comparación de algunos artículos a escala nacional, los resultados sacuden a la economía femenina.

Los rastrillos suelen ser el producto de referencia para la comparación. El paquete de dos rastrillos desechables, marca Gillette, modelo presto barba color rosa tuvo un precio al público de 47 pesos con 17 centavos. La versión para hombre tuvo un precio de 40 pesos con 24 centavos; la diferencia fue de 6 pesos con 93 centavos, equivalente al 17.2 por ciento.

El siguiente ejemplo es el de los pañales para adulto. Un paquete de diez piezas talla mediana para mujer se cotizó en 145 pesos con 30 centavos en todo México. El paquete de pañales para hombre se ofertó en 126.03 pesos, lo que resulta en una diferencia de 19 pesos con 17 centavos, o 15.3 por ciento más cara la versión femenina.

El estudio oficial incluyó siete productos más, se difundió en el Programa Quién es Quién en los Precios de la Profeco y comprendió del 29 de abril al 14 de mayo de 2019.

Máquinas para afeitar, tintes de agua para el cabello, cartuchos para afeitar, calzones y desodorantes fueron otras mercancías comparadas, y en todas el sobreprecio resultó desfavorable para la mujer.

Frente a este panorama, la dependencia gubernamental sólo asume la postura de ser una entidad que recomienda al consumidor comparar los precios, a pesar de que en su página oficial afirma: “La Profeco establece como uno de sus principios básicos promover y proteger los derechos y cultura del consumidor y procurar la equidad, certeza y seguridad jurídica en las relaciones entre proveedores y consumidores a través de la Ley Federal de Protección al Consumidor”.

Ilustración: Endir Rangel

En su artículo 58 la ley referida establece que “El proveedor de bienes, productos o servicios no podrá negarlos o condicionarlos al consumidor por razones de género, nacionalidad, étnicas, preferencia sexual, religiosas o cualquier otra particularidad”. ¿Aplicará, en el caso de la diferenciación de precios de artículos destinados a la mujer, esta ley federal?

¿QUÉ HACER ANTE LA INEQUIDAD DE GÉNERO?

Tanto la dependencia gubernamental como los analistas de OCEPP recomiendan comparar los precios, olvidarse del color y si por ser rosa resulta más caro, no adquirirlo.

La diferenciación de precios plantea de fondo una inequidad de género, una forma de violencia que no se percibe a simple vista. Esta diferenciación la imponen las grandes compañías, las firmas multinacionales que se apoyan en la mercadotecnia para persuadir a las y los consumidores que no es igual el rastrillo rosa que el azul, aunque ambos cumplan la misma función de afeitar.

La agresión es mayor si se considera que en términos generales las mujeres perciben menos salario por un trabajo igual, es la llamada brecha salarial que no se ha estrechado en México. Para obtener un ingreso similar al del hombre, la mujer requiere trabajar cinco días más, reveló el Observatorio de Trabajo Digno de este país.

En 1792 Mary Wollstonescraft, figura central del movimiento feminista británico, señaló que la disparidad de sexos se debía a los parámetros de socialización diferenciados y que no solamente a través de la educación podría establecerse la igualdad, sino también por medio de la independencia económica, un principio que tres siglos después continúa ignorado.

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