¿Qué hace usted cuando su hijo o hija de un año de edad llora? ¿Acude al abrazo y averigua el motivo de su llanto? ¿Lo ignora para no maleducarlo? Si es niño, ¿le advierte que llorar no es propio de su género? La respuesta de los padres generará un apego seguro o inseguro en los hijos, ninguno de ellos negativo, aunque sí determinante en la formación de la personalidad.
El apego es una necesidad básica de las personas y muchos animales. “Todos los niños tienen apego, no existe la crianza sin apego salvo en los casos de niños maltratados o abandonados”, afirma el médico pediatra español Carlos González, fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna desde 1991.
En una de sus conferencias desmiente la creencia de que la crianza con apego significa solamente dormir con el bebé, alimentarlo con leche materna y abrazarlo mucho. “El apego seguro tiene que ser mejor, pero puede existir el apego inseguro, que no es patológico (aclara). En el mundo, una cuarta parte de los niños manifiesta apego inseguro y el resto apego seguro. En Estados Unidos, cuando a los niños no los cargaban o no dormían con ellos los padres, o no les daban leche materna, aun así tres cuartas partes mostraban apego seguro. Y en África, donde las madres traen consigo a los críos todo el tiempo cargando, la estadística es la misma”.
Foto: Archivo Siglo Nuevo.
La seguridad no depende exclusivamente del vínculo con la madre. “Lo puedes dejar en su cuarto solo, dejar llorar y retirar el pecho y puede generar apego seguro. ¿De qué depende entonces que un menor manifieste apego seguro o inseguro? De la calidad en el trato que le brinda su madre durante los primeros meses de vida”, responde el doctor Carlos González.
ATENCIÓN EN LA INFANCIA
Para identificar el apego seguro y diferenciarlo del inseguro se diseñó el test de la Situación Extraña: en una habitación con juguetes entran la madre y su hijo o hija de un año o año y medio de edad; después de un minuto, la mujer sale de la habitación y el menor se queda. Todos los bebés lloran, pero esa no es la muestra para identificar los tipos de apego, sino lo que ocurre al regreso de la figura materna.
Cuando la madre retorna, el niño corre a sus brazos. Habrá quien se consuele rápidamente y continúe jugando, que es la manifestación del apego seguro. Otro de los casos es cuando evita la mirada de mamá y pierde todo interés en regresar a jugar. Éste es apego inseguro con la variante de ambivalente, porque el infante puede pedir los brazos de la madre pero luego ser indiferente. Otra variante es cuando el menor no deja de llorar aun estando en los brazos de la madre y rechaza con violencia los juguetes que se le ofrecen: es el apego inseguro resistente.
“Cuando el niño sabe que sus necesidades le serán satisfechas, y que cuando llore se le consolará, desarrollará un apego seguro. No significa que le darán todo lo que quiere, ni significa lo mismo que estar en brazos todo el tiempo. Es posible hacerle caso a un niño y no abrazarlo”, señala el experto González.
Atenderlos, subraya, no implica cumplir cualquier capricho, sino darle argumentos y hacerles caso.
EL ORIGEN DE LA TEORIA
Los huérfanos que dejó la Segunda Guerra Mundial fueron motivo de preocupación para la Organización Mundial de la Salud (OMS) fundada tres años después de la crisis bélica. En su estructura, se creó el área de Higiene Mental, de la que fuera consultor el doctor John Bowlby, fundador de la Teoría del Apego. Ésta explora el efecto que tienen en el desarrollo y funcionamiento de la personalidad en la infancia y adolescencia, la formación, la ruptura, la renovación, las complicaciones y los trastornos de las relaciones entre la madre y su hijo.
El equilibrio en la enseñanza de valores y la lactancia materna forman parte de la crianza con apego. Foto: Behance / Bee Johnson.
Bowlby, en su investigación titulada Cuidados maternos y salud mental (1951), expuso efectos desfavorables ocasionados por la privación de la figura materna. El desarrollo del carácter, de la personalidad y de la salud mental están determinados por la relación entre madre e hijo durante los primeros años de crecimiento.
Los niños, asegura en su estudio, producen “exigencias contradictorias” como reclamar amor ilimitado y experimentar sentimientos de venganza al estimar que no se le ama demasiado. Estas expresiones o sentimientos, “alcanzarán una fuerza limitada y encausable durante la formación de su personalidad cuando haya una comunión fructífera entre madre e hijo durante los primeros años de vida”, escribió Bowlby.
La Teoría del Apego que se gestó en los años cincuenta del siglo pasado sigue vigente y se enriquece con los aportes de psicoanalistas y pediatras, como William Sears, quien propone las siguientes normas.
PRINCIPIOS BÁSICOS
La propuesta del pediatra estadounidense William Penton Sears (Ilinois, 1939), comienza con el mantenimiento de los lazos afectivos desde el nacimiento; es el primero de los fundamentos que defiende los partos naturales y conscientes, además de procurar el contacto físico en los primeros momentos.
El segundo principio es que la lactancia materna debe ofrecerse y mantenerse hasta que la madre y el hijo deseen terminarla.
Dormir cerca del bebé aporta tranquilidad y seguridad para conciliar un sueño placentero. A esto se le conoce como colecho, con el cual se reduce la sensación de angustia, dicta el tercer punto.
El cuarto precepto es mantener el contacto personal en cualquier situación, procurar la cercanía, incluso se recomienda el porteo para que el niño se sienta protegido.
Atender e interpretar el llanto como una manifestación de incomodidad, inseguridad o de alguna necesidad fisiológica, es la siguiente norma de la filosofía que propone a los padres.
El sexto principio sugiere flexibilidad al momento de inculcar hábitos, por ello no se recomienda forzar al bebé a comer o dormir cuando no lo desee.
Mantener el equilibrio es la séptima pauta, cuando se aborda la disciplina; no ser demasiado estricto ni demasiado permisivo al momento de enseñar valores como el respeto y la educación.
El octavo fundamento propone la participación de la mamá y el papá para generar un ambiente de seguridad y confianza, para propiciar el respeto, compañerismo y responsabilidad.
El consenso entre los pediatras y psicólogos reside en la atención con calidad hacia los hijos como la mejor forma de lograr una crianza que favorecerá el desarrollo positivo de la personalidad.
Comentarios